Hoy en día es común escuchar la palabra filosofía. Antes estaba reservado a unos pocos intelectuales, en su mayoría personas vinculadas a las ciencias humanas y sociales. Hoy, ella está en casi todas las ruedas de conversación, desde la conferencia del entrenador hasta el pastor de la iglesia.
Todo el mundo habla de filosofía. Sin embargo, ¿de qué filosofía están hablando el entrenador de fútbol y el pastor de la iglesia? ¿Pertenece a la filosofía enseñada por Pitágoras, Heráclito, Sócrates o Platón?
¡Claro que no! La filosofía que se “enseña” hoy es una filosofía del poder, del capitalismo, del “confort espiritual”. Una filosofía totalmente contraria a los principios de la filosofía de Aristóteles, por ejemplo.
Para Aristóteles, la filosofía es la ciencia de las causas primeras, es decir, de lo que constituye el ser, la esencia de cada cosa. En este sentido, Aristóteles afirmó que el asombro es la categoría que identifica al buen filósofo.
Coincidiendo con Aristóteles, el filósofo noruego Jostein Gaarder, en su libro "El mundo de Sofía", afirma que “lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombrarnos ante las cosas”.
Sea como fuere, la filosofía se ha vuelto pop.
Popularmente hablando, es hermoso citar a filósofos, incluso sin saber nada de estos filósofos. Los ponentes, de las más diversas áreas del conocimiento, sienten una verdadera atracción por los filósofos.
Por supuesto, la filosofía no es propiedad privada de los filósofos. Sin embargo, ha sido utilizado por personas sin escrúpulos (no lo suficientemente valientes como para decir la verdad), solo para aprovechar frente al público o audiencia.
En el origen de la palabra filosofía, el amor y la verdad forman la base de esta “primera ciencia”, para citar una vez más a Aristóteles. Por tanto, la esencia de la filosofía es el amor a la verdad, y un hablante, un comunicador, no puede estar sin la verdad.
En otras palabras: la verdad es erótica, es decir, debe atraer hacia sí a todas las personas, tal como lo es la filosofía, según Platón. Por lo tanto, el verdadero filósofo debe amar la verdad y no huir de la verdad. Solo a los deshonestos, los cobardes y los corruptos no les gusta la verdad.
La asociación entre filosofía y verdad es tan noble que trasciende la materialidad del hecho y va incluso al lado espiritual, porque fue el mismo Jesucristo quien dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
En definitiva, desde sus orígenes, la filosofía siempre se ha sentido atraída por la verdad, y el hombre de hoy huye de la verdad como el diablo huye de la cruz. Volvamos, pues, a la filosofía original, a la verdadera filosofía.
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