La influencia del alma (psique) sobre el cuerpo (soma) puede hacer que una persona se sienta enferma sin siquiera estar enferma.
Cuando el estrés mental provoca molestias físicas, por ejemplo en el contexto de conflictos profesionales o privados, se habla clásicamente de enfermedades psicosomáticas.
Los síntomas de las enfermedades psicosomáticas pueden ser muy diferentes: molestias estomacales e intestinales, dolor de cabeza o de espalda, latidos cardíacos acelerados, zumbidos en los oídos, mareos, picazón o fatiga crónica. Las quejas suelen ir acompañadas de fuertes temores relacionados con la enfermedad. Los trastornos alimentarios como la anorexia y la adicción a los vómitos también se cuentan entre las enfermedades psicosomáticas.
Este texto generalmente se refiere a enfermedades en las que los pacientes sufren molestias físicas sin poder encontrar una causa física que las explique adecuadamente. Dependiendo del síntoma, es posible que sea necesario considerar otros aspectos.
Las enfermedades psicosomáticas se desarrollan a través de mucho estrés emocional como pérdidas, peleas, accidentes, problemas familiares, relaciones, desempleo y problemas culturales y sociales.
El sistema nervioso involuntario (vegetativo) se ve afectado. Además, se liberan hormonas, que pueden alterar el metabolismo del cuerpo y enfermarte. Tales efectos también pueden afectar el sistema inmunológico.
Las enfermedades psicosomáticas pueden afectar una gran cantidad de órganos y sistemas del cuerpo físico, como el estómago, los intestinos, la circulación, el sistema musculoesquelético, entre otros.
En muchos casos, las quejas van acompañadas de fuertes temores a padecer una enfermedad grave.
Diagnosticar una enfermedad psicosomática no significa que los síntomas sean “imaginarios”. Si bien las molestias psicosomáticas no suelen acortar la esperanza de vida, pueden ser muy angustiosas para las personas afectadas. En el caso de las dolencias crónicas, la calidad de vida suele reducirse significativamente, existen conflictos privados, retraimiento social y restricciones en la vida profesional.
El diagnóstico de una enfermedad psicosomática es por exclusión, ya que no existen pruebas para diagnosticarla.
Mediante una minuciosa consulta y anamnesis, el profesional sanitario tendrá en cuenta los posibles desencadenantes, estresores y la situación de vida de las personas afectadas.
Para descartar causas físicas, el médico realiza un examen físico, pruebas de laboratorio, procedimientos de imágenes como rayos X, tomografía computarizada, resonancia magnética, ecografía u otras medidas de diagnóstico, según los síntomas.
Los profesionales sanitarios que pueden ayudar son médicos especialistas en psicosomática, psiquiatras, psicólogos y terapeutas. Sin embargo, lo que es particularmente importante para el éxito del tratamiento es establecer una cooperación a largo plazo y una relación de confianza con un médico y un terapeuta.
Una particularidad de los fármacos utilizados es que la mayoría son para la ansiedad, la depresión y el dolor, que en esta etapa son muy limitantes. La medicación debe ser sólo para los síntomas emocionales, ya que en realidad no se ha encontrado ninguna enfermedad en el cuerpo físico.
La actividad física y social es especialmente importante cuando se trata de enfermedades psicosomáticas: la actividad cotidiana normal, las actividades deportivas, las aficiones y el contacto con otras personas activan las propias fuerzas y combaten las dolencias.
La naturopatía entra como un gran aliado en el tratamiento de enfermedades psicosomáticas, ayudando a mejorar la calidad de vida en general.
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A través de los modernos métodos auxiliares de tratamiento de la naturopatía, los síntomas retroceden rápidamente y sin efectos secundarios.
Con la medicina tradicional china (MTC), la acupuntura, la moxa, las ventosas y la auriculoterapia se consigue una gran regresión de los síntomas, asociada también al uso de Remedios Florales.
Consulte siempre a un profesional de la salud ante cualquier síntoma relacionado con enfermedades psicosomáticas.
