Vea qué creencias pueden estar frenándolo y cómo usar su mente para perder peso
Fue una pizza con amigos. Alguien comentó sobre el ayuno intermitente, un tipo de dieta en la que la persona pasa al menos 12 horas sin comer, pudiendo llegar hasta 24 horas. Una mujer de unos 50 años, con una copa de vino en la mano, comentaba mientras tomaba la cuarta rebanada de pizza: “¡Puedo ayunar 10 días y no voy a perder peso!”. Encendió la luz en mi cabeza: si ella ya ha decretado que no baja de peso, entonces se libera para comer en exceso para demostrar en su mente que tiene razón. Sí, siempre quieres verificar tus pensamientos como autoafirmación. Después de todo, ¿qué eres sin tus creencias?
En el caso anterior, la persona tiene la creencia o programa de la sociedad de que las mujeres mayores de 40 años aumentan de peso y difícilmente logran bajar de peso. Aún en el tema de la edad, conocí a una persona que empezó a subir de peso después de convertirse en abuela. Con la técnica thetahealing (que investiga creencias y realiza reprogramaciones mentales durante el proceso meditativo), probamos las creencias “todas las abuelas son gordas y todas las abuelas son viejas” y dieron positivo. Durante la sesión, cancelamos estos programas e instalamos los positivos en su lugar. Siguió la dieta con confianza y comenzó a perder los kilos que quería.
La demanda histórica que sienten las mujeres en relación al peso, proveniente de la sociedad, familiares, parejas, las hace vivir en una estresante búsqueda de dietas mágicas para bajar de peso que, en general, son frustrantes y terminan generando más creencias negativas en un vicioso circulo. Piénsalo: simplemente dices que estás a dieta y te viene a la mente un torrente de opiniones de otras personas. Entre ellos: “Los carbohidratos engordan. Tienes que cortarlo por completo”, “Tu familia es gorda, nunca adelgazarás”, “Prefiero ser feliz que delgado”, “La dieta es privación. No me privo de nada”, “Para adelgazar tengo que dejar de comer todo lo que me gusta”, “Si no como dulces me duele la cabeza”. Existen innumerables programas de protección formulados en tu subconsciente que hacen que siempre te autosabotees.
Una nota importante: este texto es para aquellos que no se sienten bien con su peso. Vive frustrada, siempre quejándose. También es para aquellos que tienen problemas de salud graves debido a la obesidad. El punto no es discutir sobre si es bueno ser delgado o no. Está explicando por qué muchas personas no pueden alcanzar la meta de comer mejor y tener una mejor calidad de vida porque tienen creencias que las bloquean. Por eso seleccioné los diez que más escuché de mujeres con estas dificultades.
Si pierdo peso, engañaré a mi cónyuge.
¿Conoces a alguien que se casó y subió de peso? Las personas que han sido infieles en relaciones pasadas asocian el bienestar físico con la sexualidad y la sensualidad. Por eso creen que si tienen sobrepeso controlarán sus deseos de infidelidad y mantendrán el matrimonio. En este caso, es necesario comprender que es posible y seguro ser delgado y ser fiel a su cónyuge.
Si tengo sobrepeso, evitaré las relaciones.
Piensa en esa persona que subió mucho de peso después de un desamor. Por mucho que diga que quiere encontrar a alguien más, tiene miedo. Y encuentra en la grasa una protección para evitar las relaciones y el sufrimiento. También es necesario cambiar el programa que estar en pareja es sufrir.
Siempre he sido gordita y siempre lo seré.
Mi familia es gorda y yo también.
Si pierdo peso no perteneceré
En estos tres casos, se trata de lo que llamamos creencias primarias, provenientes de la infancia. El niño que siempre ha escuchado esto necesita borrar muchos programas asociados con el hecho de que tiene que honrar a la familia repitiendo el patrón. Mientras siga pensando en ello, actuará para seguir realmente el patrón familiar o lo que sus padres siempre le han dicho.
Tengo sobrepeso para ser amado por mi inteligencia y no por mi cuerpo
Si soy realmente bonita y atractiva, la gente pensará que soy superficial o estúpida.
Por lo general, las personas con estas creencias valoran mucho los estudios y los conocimientos, pero aún conservan en su mente la imagen de la “rubia tonta”. También suelen escuchar frases como: “Solo te ascendieron porque eres bonita”, “Te ascendieron porque, seguro, se lo 'diste' al jefe”. Y lo curioso es que quienes siempre hacen estos comentarios en el ámbito laboral son mujeres. Entonces aquí el trabajo es muy profundo porque toca las creencias de la sociedad y los ancestros. Cuando se realiza una reprogramación mental, la persona comprende que es posible ser bella y, al mismo tiempo, ser valorada por su inteligencia.
Soy demasiado viejo para deshacerme del exceso de peso.
Las creencias limitantes relacionadas con la edad impregnan todas las áreas de nuestras vidas. En términos de peso y belleza, es aún más latente, en una sociedad donde la mujer mayor es vista como fea y el hombre mayor como encantador.
Es necesario romper con estos patrones arcaicos. ¿Cuántas hermosas mujeres mayores vemos por ahí? ¿Quiénes se cuidan, quiénes se aman? Y eso se refleja en sus cuerpos físicos y mentales.
Cuando estoy a dieta me duele la cabeza y me pongo de mal humor
Mejor ser feliz que estar delgado
Hice una dieta de desintoxicación el año pasado. Una semana sin azúcar, sin cafeína, sin alcohol y sin carne. Era una dieta antiestrés, destinada a mejorar el sueño. Me sentí mal los primeros dos días y luego estuve bien. Al final, perdí dos libras. Mucha gente me preguntó cómo funcionaba la dieta y todos respondieron que era mucha privación. Hubo numerosas excusas. Que les da dolor de cabeza, que se ponen de mal humor, que ahora tienen un problema y que no pueden dejar de comer todo lo que les gusta, que tienen que comer azúcar todos los días. Estas excusas son programas mentales que te sabotean. ¡Simples así!
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Estas creencias son las más comunes, debido a los paradigmas sociales. En las consultas individuales se puede profundizar más. Yo, por ejemplo, descubrí que la falta de azúcar me asociaba con la muerte, ya que durante una sesión de thetahealing recordé la última conversación con mi abuela antes de su muerte. Era diabética y seguía una dieta restrictiva. Ella me dijo: "Si tengo que seguir comiendo esto, prefiero morir". Desafortunadamente, ella murió esa mañana. No tenía idea del impacto de esto en mi inconsciente. Después de esa experiencia, sentí que mi ansia por los dulces, que bordeaba la compulsión, disminuyó.
Ahora que sabes que todo está en tu mente, ¿estás listo para cambiar tu realidad?
