Septiembre amarillo: florecer para no sucumbir

    Con septiembre llega la primavera, razón por la cual, quizás, se eligió el mes nueve como el mes de la prevención del suicidio y, por tanto, el mes de la preservación de la vida. Ha comenzado el llamado Septiembre Amarillo, pero como no todo son flores -a pesar de que se acercaba la temporada- fue precisamente el sábado que marcó el inicio de la misma, al salir del trabajo a última hora de la tarde, vi un cuerpo tendido en la Av. Augusto de Lima, afortunadamente ya tapado, bajo la mirada de militares y curiosos.



    Fue entonces cuando yo, que en tantos momentos de mi vida llegué a romantizar el suicidio, me encontré reflexionando sobre lo dolorosa que es esta “solución” fatal para la persona, para su familia, amigos y hasta para los extraños que, como yo, termina siendo testigo de su última acción.

    No sé qué inquietó al que saltó por la ventana aquella tarde en Barro Preto; Ignoro su edad, color y género tanto como ignoro sus decisivas reflexiones. Y, aun en mi ignorancia, me pregunto si esta persona habría apelado a todas las alternativas disponibles. ¿Se había esforzado tanto como podía? ¿Sus familiares y las personas que convivían con ella se habían dado cuenta de que algo la inquietaba al punto de considerar acabar con su propia vida?

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    Kristijan Arsov/Unsplash

    Por eso nunca debemos disminuir o incluso subestimar el dolor de quienes nos rodean, aunque parezca inconcebible o motivado por cuestiones de poca importancia para nosotros. El otro es siempre un mundo aparte, y nos corresponde a nosotros, guiados por la idea de la convivencia amorosa y fraterna, acogerlo con todo su bagaje, que incluye sus aflicciones y formas de ver el mundo. Sobre todo, presta atención a sus señales.



     teniendo a su disposición un abanico de alternativas a las que recurrir para salvarse del dolor que provocan los sobresaltos propios de la existencia humana. El más desafortunado de los que sufren tiene dentro de sí todo el potencial necesario para su propia liberación.

    Pero, por misericordioso que es el Creador, siempre está poniendo en tu camino personas y situaciones que pueden ayudar mucho a despertar ese potencial, siendo una de ellas el Centro de Apreciación de la Vida (CVV), un servicio gratuito que puede ofrecer apoyo tanto por vía telefónica (188), así como a través de correo electrónico y en persona. ¡Consulte el sitio web de CVV para obtener más información sobre el servicio!

    También existen clínicas de psicoterapia social, así como atención terapéutica gratuita o solidaria en universidades e iglesias. Los medicamentos psiquiátricos también son una posibilidad, presentándose como una bendición en situaciones en las que no podemos salvarnos por nosotros mismos.No es vergonzoso apelar a los medicamentos, pero dado el considerable número de profesionales que los administran irresponsablemente, debemos ser, pacientes, para analícese con cautela antes de considerar la consulta psiquiátrica Los medicamentos alivian los síntomas, como si anestesiaran el dolor, pero no tratan la causa. Simplemente despejan nuestra visión, nos permiten pensar con claridad, nos dan el bienestar necesario para buscar la solución, la cura, a lo que nos enferma. Cualquier buen psiquiatra nos guiará en esta dirección. Antes, sin embargo, un buen psicólogo nos orientará sobre la viabilidad de recurrir al tratamiento, así como derivarnos a un buen psiquiatra, si es necesario.

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    Eugenio Morongiu / Canva / Yo sin fronteras

    Y hablando de iglesias, la espiritualidad, sea cual sea su creencia, es siempre una alternativa a la que acudir, ya sea a través de la confesión con el sacerdote, la conversación con el párroco, la atención fraterna en el centro espírita o la espiritualidad en la Umbanda terreiro. No importa. Solo importa que encuentres apoyo en ese contexto, siendo lo suficientemente inteligente como para retirarte de él si te das cuenta de que, en lugar de ofrecerte apoyo, ese entorno solo contribuye a revolcarte aún más en la amargura (a veces lo hace). En este mismo contexto, cabe mencionar las terapias alternativas como Reiki, ThetaHealing, Magnified Healing, Deeksha, Johrei, terapia tántrica y similares. Los centros dedicados a estas terapias, llamadas holísticas, generalmente ofrecen servicios bastante costosos. Comúnmente, sin embargo, cuentan con asistencia solidaria en fechas preestablecidas. Las terapias alternativas son complementarias a los tratamientos convencionales, llamados alopáticos, pero no es raro que los casos se curen exclusivamente a través de ellos.



    Para los que les gusta leer, los libros de autoayuda también son una buena alternativa. Aunque muchos pseudointelectuales subestiman este tipo de literatura, la gran verdad es que estos libros, en su mayor parte, son el resultado de experiencias personales de individuos que, sumergidos en el dolor por pérdidas afectivas, económicas, profesionales y similares, se reinventaron. , se hicieron resucitaron y fueron salvos. Este tipo de lectura me parece encomiable, ya que convierte los errores y aciertos de los demás en una gran lección para nosotros.

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    Phodopus / Canva / Yo sin fronteras

    También hay ajustes sencillos que, aplicados a la rutina, influyen positivamente en nuestro organismo y nuestro cerebro, como el seguimiento de una dieta más sana, rica en frutas y verduras; dedicar más horas a dormir y realizar ejercicios físicos para los que aún pueden moverse, porque sé que, en ciertas etapas de depresión, incluso moverse es algo arduo y doloroso. Sin embargo, vale la pena saber que una simple caminata hace que el cerebro libere dopamina y serotonina, brindándonos mayor disposición y bienestar.

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    En definitiva, hay muchas alternativas a las que apelar como forma de escapar del dolor que es tan profundo que nos hace rehenes de nuestra mente, llevándonos al deseo de quitarnos la vida. Es necesario, sin embargo, que nos neguemos a ceder ante los embates de este enemigo invisible, dejando el lugar de víctimas y asumiendo la posición de valientes luchadores que somos. Y el buen luchador sabe que puede y debe contar con sus compañeros de batalla para ganar la guerra que, al final, está dentro de nosotros mismos.



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