estaba aburrido y no sabia

    Una de las mejores cosas que viene con la madurez es la capacidad de observar nuestro propio comportamiento y, cuando sea posible, en un esfuerzo continuo, aprender y mejorar.

    Evidentemente, para que esto suceda, es necesario tener la mente y el corazón abiertos para hacer frente a nuestras imperfecciones humanas y, sobre todo, aceptarlas. Solo así, a través de la aceptación, es posible modificar algún patrón de comportamiento.

    Durante nuestro viaje, los acontecimientos que traen frustraciones o algunas desviaciones del camino de nuestros planes nos desafiarán y muchas veces condicionarán nuestra actitud frente a futuras confrontaciones.



    Dependiendo de la magnitud de este desafío, puede ser que la visión se vuelva un poco borrosa y adopte un lente pesimista o victimista sobre la vida y sus acontecimientos.

    Hay personas que toman este camino inconscientemente o simplemente por falta de recursos que les ayuden a superar las etapas necesarias para su evolución personal, no los culpo.

    A vida exige mucho coraje y no es vergonzoso ni incapacitante acobardarse a veces. Esto también es parte de nuestro proceso de transformación.

    Sin embargo, hay muchos, y me incluyo aquí, que a estas alturas se convierten en personas extremadamente aburridas.

    Ya sea por el patrón de negación ante la vida, en el que cualquier tema no tiene validez, o por todos los males que insistes en que todos, incluso todos, desde el portero hasta el repartidor de pizzas, saben, ya sea por la constante el mal humor o la alegría inconveniente, de esos exagerados y fuera de lugar.

    estaba aburrido y no sabia

    Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que quien se comporta así, invariablemente y sin importar el patrón, está buscando lo mismo: cariño, atención y aceptación.


    Sobre todo, personas que se victimizan, que no toman iniciativas positivas para solucionar sus problemas y que se quejan sistemáticamente de todo y de todos.


    Éstos son los que más necesitan cuidados, pues no se dan cuenta, en este torbellino de emociones, que su comportamiento, en lugar de acercar a las personas como ellos desean, sólo las aleja; en realidad repele.

    Pocas personas tienen la paciencia de escuchar constantes arrepentimientos y desgracias, porque pocas personas se perciben en este proceso hasta el punto de sentir empatia, y creo que todos pasamos por esto en algún momento de nuestras vidas.

    Cuando se percatan de las relaciones dañadas, se establece un nuevo patrón: estas personas que realmente necesitan atención y cuidado guardan silencio, ya que en su percepción nadie es capaz de comprenderlas, lo que refuerza su visión de desagrado y soledad. Camino correcto a un problema grave cada vez más común llamado depresión.

    Este proceso nos vuelve aburridos. Y aquí me refiero al sentido literal de la palabra: nos volvemos superficiales, planos, sin profundidad, y donde no hay profundidad no cabe nada… Ni siquiera la gente alrededor.

    Darnos cuenta en nosotros mismos de que ciertos patrones de comportamiento son desagradables, pero son un intento de llamar la atención requiere una autocrítica muchas veces cruel y casi siempre encontraremos justificaciones para desviarnos de esta lucidez.

    No será raro necesitar ayuda profesional, mucha fuerza de voluntad y compasión (no autocompasión) para ser absueltos primero por nuestro propio juicio.

    En esta etapa de comprensión, la vida seguirá presentando los mismos problemas, pero la necesidad de atención se verá satisfecha de una forma más sana emocionalmente.


    Cuando llegamos a ese punto, pasamos de aburridos a amplios, profundos, más placenteros, seguros y felices.


    Conscientes de nuestras necesidades y de nuestra fuerza interior, habremos llegado a la atención de aquellos que más necesitamos para transitar por la vida: los nuestros.

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