El gobierno no tiene la culpa

Para ejercer la Medicina en España se requieren al menos 5 años de estudios, más 2 años de prácticas, y la obtención del CRM. Para ejercer la abogacía, se necesitan 5 años de estudios, más pasantía, más OAB. Para ejercer la ingeniería también se requieren al menos 5 años de estudio, y CREA.

Para postularse a un cargo político, los requisitos son básicamente:

  • Tener nacionalidad española (ser español nativo o naturalizado);
  • Poseer el pleno ejercicio de los derechos políticos;
  • Estar alfabetizado (saber leer y escribir);
  • Estar al día con la Justicia Electoral;
  • Ser mayor de 18 años a la fecha de la toma de posesión;
  • Certificado de reservista (solo hombres).
El gobierno no tiene la culpa
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En suma, no es necesario estudiar absolutamente ninguna ciencia de los conocimientos disponibles para considerarse capaz de representar al pueblo a través de un cargo político.



La pregunta sigue siendo: ¿cómo es esto posible?

De esta simple observación ya podemos reflexionar mucho sobre la base donde se sitúa la política nacional.

¿Alguien que quiera a su hijo confiaría su educación a una entidad educativa con profesionales que no hayan estudiado pedagogía?

¿A quién le gusta su mascota, la entregaría al cuidado de una persona sin ningún estudio de medicina veterinaria?

¿La persona que cuida su coche lo confiaría a un taller mecánico sin profesionales debidamente cualificados?

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Además de la formación en un área de conocimiento, un requisito básico para tener competencia en la gestión de personas es la honestidad. Pero, ¿cómo se puede medir la honestidad de un representante si las virtudes no caben en un diploma?



Para que podamos ser honestos, la honestidad primero debe existir dentro de nosotros, es decir, tenemos que ser honestos con nosotros mismos antes de poder serlo con los demás. Ahí radican los numerosos obstáculos que dificultan este desarrollo. Al mismo tiempo que, inconscientemente, exigimos que los gobernantes sean responsables, escapamos a la honestidad de vernos a nosotros mismos.

Continuaremos con una reflexión sobre lo que demanda el pueblo:

Sanidad

Hay mucha demanda de condiciones más favorables para la salud y el bienestar social: construcción de hospitales, inversión en la formación de profesionales, mejoras en el saneamiento básico, control de la calidad del agua, etc.

¿Alguna vez ha pensado si realmente está cuidando y asumiendo la responsabilidad de su propia salud?

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¿Realiza actividad física regularmente, antes de preguntarle a su médico por qué le duele el cuerpo?

¿Eres consciente de lo que compras en el mercado? ¿Priorizas lo natural frente a lo industrializado, antes de preguntarle al médico el por qué de las manchas en la piel?

Incluso consumiendo un producto que contiene varias advertencias en el envase: “Este producto contiene más de 4.700 sustancias tóxicas y puede causar dependencia química”, ¿tienes presente la idea de que puedes culpar a alguien por tu dificultad para respirar?

Economía

La apropiación indebida de fondos públicos se expone rutinariamente en los medios: este o aquel candidato, esta o aquella organización, esta o aquella secretaría, etc. Quién nunca ha notado (o oído hablar de alguien) haciendo un comentario como: “¡deberían haber hecho esta calle de otra manera! tiró el dinero!”?

Antes de que surja en nosotros una crítica o juicio sobre el mal manejo de las finanzas públicas, continuamos con las preguntas:



¿Administro bien mi salario, gastando solo lo necesario? ¿O tengo numerosas deudas contraídas?

¿Compro ropa y complementos de vestir que siempre uso? ¿O me excedí en mi guardarropa y tengo piezas que no he usado en años?

¿El porcentaje de ingresos destinado a inversiones en cursos -estudios y libros (educación en general)- está equilibrado frente al porcentaje invertido en ocio y entretenimiento?

¿Tengo objetos que compré, pero que apenas usé, olvidados en el “desordenito”? ¿Me suelo dedicar un poco de atención a clasificarlos para la donación, de modo que sean útiles para alguien?

¿Cuánto se gasta en los placeres de la carne en comparación con cuánto se gasta en la serenidad del espíritu?

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El mundo está ahí, y es lo que es. Todo el sistema fue creado a partir de la inconsciencia de quiénes somos realmente y no se puede cambiar, lo único que se puede cambiar es nuestra mirada al mundo. No sirve de nada golpear la punta de un cuchillo, porque solo te causará dolor. En cambio, lo que nace dentro de ti sí se puede cambiar: tu actitud hacia ti mismo, hacia la vida, un compromiso del alma por hacer diferente estés donde estés.



El autoconocimiento, si se toma en serio, requiere una profundización de la autohonestidad para uno mismo, de cada uno con los demás. Este caminar sincero produce la dicha que es propiedad de lo que realmente somos. Deshacerse de las mentiras que impiden el reconocimiento de la libertad es arduo, pero cada paso trae consigo un contentamiento del alma que alimenta la continuidad de este camino hacia el interior.

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