Cuando pensamos en un estilo de vida ideal, nos olvidamos de que no todo se reduce a una dieta equilibrada o ejercicio físico. Aunque cuidar tu salud es el paso más importante para tener una buena vida, hay otros atributos que también juegan un papel a la hora de vivir bien.
El secreto para quienes buscan una vida más zen está en los pequeños cambios e incluso percepciones en su vida. No necesitamos mucho para ser felices, pero si nos detenemos a observar todo lo que nos rodea, podemos sorprendernos con pequeños detalles y gestos que sin duda marcan la diferencia. Con eso en mente, aquí hay algunos consejos sobre cómo vivir bien sin necesitar demasiado.
Sé positivo y piensa en el presente: A menudo no logramos vivir en el presente porque pensamos demasiado en el futuro y el pasado. ¿Cuántas veces te has encontrado atrapado en tus propios pensamientos y no has podido disfrutar el momento? Es hora de poner la cabeza en orden, respirar hondo y pensar en positivo. Deja que las cosas sucedan con normalidad sin tener que sufrir tanto por anticipado. Vive el ahora sin preocuparte por lo que pueda o no pasar y deja el pasado en su lugar. Vivir en el presente es tenerte a ti mismo por completo.
Disfruta de las cosas simples de la vida: Cuanto más nos preocupamos por las cosas superfluas, más dejamos de lado los momentos simples. Una comida casera, unas cuantas mudas de ropa, un trabajo que puedas mantener, una tarde con amigos, son detalles muy importantes que debemos observar y apreciar.
Sé feliz con lo que necesitas: Debes estar preguntándote, ¿qué se necesita? Pues lo necesario es todo lo que necesitas para ser feliz. Corre tras tus objetivos, pero desea poco y hazlo todo de corazón. De nada sirve ser rico y no ser feliz, piénsalo.
Valora lo que tienes y a las personas que te rodean: A menudo queremos algo nuevo en nuestras vidas como una razón para retirarnos, o simplemente porque queremos hacerlo. No está mal cambiar algo que te molesta, pero la verdad es que con lo que tenemos es suficiente. Las personas con las que convivimos, todo lo que conquistamos merece ser valorado.
Sé agradecido por los pequeños placeres de la vida: Un abrazo inesperado, un beso de buenas noches, una caja llena de chocolates, un cono de helado, una mano tendida, un libro del autor que te gusta, ver una película en familia, estas pequeñas cosas son tan grandes en nuestras vidas. Disfruta estos momentos y agradece siempre todo, porque son momentos como este los que valen la pena existir.
No dejes que el miedo te impida vivir: Somos seres humanos y es natural sentir miedo, después de todo, nos mueven los sentimientos. El problema es que a menudo dejamos de vivir porque tenemos mucho miedo de cometer errores, fallar o incluso perder algo que amamos tanto. Tenemos miedo a los cambios, pero la vida está sujeta a ello y vivir es aceptar que no todo es como queremos. Lleva la vida con más felicidad, deja ir esos sentimientos pesados que solo saben decepcionarte. Haz todo lo que te haga feliz y no tengas miedo si sale mal, siempre hay una manera de empezar de nuevo y empezar de nuevo es la clave para ser más fuerte.
Practica la compasión por los demás y por ti mismo: Ayudar a los demás es una manera de ayudarse a uno mismo. Aquellos que practican la compasión llevan una vida valiosa y amorosa. Otra forma de compasión es cuidarte a ti mismo, cuidar tu salud y tu bienestar. Asegúrate de mirarte en el espejo y amarte a ti mismo.
Olvídate de los números: Tener una meta es importante, pero pasar el día concentrándose en ella no es saludable. Lo ideal es combinar lo útil con lo agradable. Siempre trata de sacar tiempo de tu día para disfrutar de los pequeños placeres de la vida. No olvides que vivir es presente.
La lección más importante es que debes amarte a ti mismo por encima de todo y amar todo lo que tienes. El tiempo no se detiene y vivimos cada día detrás de nuestras ideas y sueños. Haz todo con amor y la recompensa será digna. Disfruta el ahora, el presente, disfruta los sabores de la vida que sin duda están en los abrazos, los besos, los silencios y el roce de las manos.”
- Escrito por Letícia Espíndola del Equipo Eu Sem Fronteiras.
