Las redes sociales y el síndrome de la vida perfecta

El hombre es un ser social. Hemos escuchado esta afirmación en todas partes y en situaciones que justifican nuestra necesidad de interacción. ¡Sí! Como necesitamos expresarnos, también necesitamos compartir nuestras expresiones con otras personas.

Hablar con alguien, “intercambiar una idea”, reunirse con amigos son actividades habituales en la rutina de quien gusta de socializar. Pero, con la distancia de los amigos de la infancia o con los que hemos perdido el contacto, este encuentro acaba siendo sustituido por otros medios, como el teléfono. Si tenemos muchos amigos que viven lejos, o incluso fuera del país, esta es una forma de contacto poco práctica y algo costosa.



Internet y la llegada de las redes sociales

Las redes sociales y el síndrome de la vida perfecta

Con la llegada de internet, las redes sociales surgieron como esa posibilidad de encontrar amigos (o hacer nuevos), con más practicidad y menor costo. Después de todo, conectados a la web, podemos hablar con personas de todo el mundo.

No hay duda de que las redes llegaron para quedarse. Pero, ¿estamos haciendo un buen uso de las redes sociales? ¿Cómo vemos la vida de los amigos que seguimos? ¿Y cómo vemos nuestra propia vida? ¿Somos realmente quienes somos en las redes sociales?

La necesidad de lucir lo mejor posible

Las redes sociales y el síndrome de la vida perfecta

Es obvio que la gente no va a estar interesada en publicar cosas malas sobre sí mismos o cosas en general. Hasta aquí tiene cierto sentido, porque ¿a quién le gusta hablar de cosas malas? Ese famoso meme que vemos por ahí: “Si es para hablar de cosas tristes, abrimos los boletos”.

Pero ahí es donde vamos un poco más allá de esa buena intención y empezamos, en algún momento, a encarnar un personaje –o un intento de mostrar la mejor versión de nosotros mismos. En las redes sociales, somos geniales, inteligentes, políticamente conscientes, comprometidos con una causa, empáticos y llenos de razón.



Necesitamos publicar el mejor ángulo de esa foto en la playa, incluso si se necesitan cientos y cientos de otras fotos para encontrar la perfecta. La preocupación por mostrar una perfección que no existe se refleja también en la forma en que nos ven y en cómo vemos a los demás.

Termina convirtiéndose en una competencia silenciosa sobre quién tiene la vida más perfecta, el hijo más inteligente, las vacaciones soñadas, el esposo más maravilloso. Es una especie de trampa que captura nuestro ego, a base de relaciones y vidas que no son genuinas.

El resultado es que nos quedamos cada vez más atrapados en las redes sociales, dispuestos a propósito en feeds que se desplazan infinitamente, de modo que tenemos que estar atrapados durante horas, sin parar de absorber información sobre a quién seguimos. Por lo tanto, la comparación es inevitable.

Dos caras de una moneda nefasta

Por un lado, gente que intenta por todos los medios mostrar una vida inventada, demasiado perfecta para ser verdad, apelando a la sobreexposición, muchas veces dañina.

El sacrificio no es suficiente para que la selfie sea impecable (incluso poniendo en riesgo la propia vida, como se ha informado ampliamente), todavía hay una necesidad de sostener esta mentira. Incluso hay gente que se ha endeudado para mantener el envidiado patrón de vida utópica (hasta dónde hemos llegado…).

Por otro lado, los individuos cada vez más frustrados y tristes por no lograr la misma hazaña de una vida perfecta. Lo más curioso es que muchas personas saben que no es tan maravilloso, pero de alguna manera caen en esta trampa, envidiando inconscientemente lo irreal.

El resultado de ambas situaciones es una vida de infelicidad, de incompletud, un enorme vacío que no se puede resolver. Como un agujero negro, este vacío succiona todo a su alrededor y transforma la vida de estas personas en un verdadero caos psicológico.



Tristeza 2.0

Las redes sociales y el síndrome de la vida perfecta

Existen varios estudios que asocian las redes sociales con enfermedades psicológicas como la depresión, el trastorno de ansiedad y el síndrome de pánico. Sí, las redes sociales nos ayudan a enfermarnos.

En su edición de 2019, el Indicador de Confianza Digital (ICD), una encuesta realizada por la Fundação Getúlio Vargas que evalúa las perspectivas de los españoles en relación con la tecnología, mostró que el 41% de los jóvenes españoles considera que las redes sociales provocan síntomas como tristeza, ansiedad o depresión.

Una encuesta realizada en 2017 por la Royal Society for Public Health, una institución de salud pública del Reino Unido, indica que, si no se usan correctamente, las redes sociales pueden ser perjudiciales para la salud mental. Este estudio reveló que, en los últimos 25 años, ha habido un aumento del 70% en las tasas de ansiedad y depresión entre los 14 y los 24 años.

La búsqueda incesante de likes y seguidores suele ser una feroz disputa, como indicador que valida a estos individuos en el mundo (real o digital). Y esto no solo se refleja en la excesiva exposición y entrega de contenidos que buscan la perfección, sino también en el comportamiento de algunas personas, muchas veces agresivo y burlón. O incluso promover el discurso de odio, todo para obtener la aprobación de los demás.

Las consecuencias son peleas constantes y la actuación de los famosos trolls, en un ambiente que parece más una arena virtual, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿por qué lo odiamos tanto? Pero este es un tema que merece un artículo propio.

Las preguntas que no quieren callar

¿Por qué nos trastorna tanto la vida del otro? ¿Por qué seguimos a influencers, celebrities y youtubers? ¿Qué es esa fijación en la vida de otras personas, incluso cuando entregas contenido de baja calidad, que no agrega nada útil, solo un estilo de vida que no se corresponde con la realidad?



¿Por qué algunos insisten en permanecer en las redes sociales, incluso admitiendo que les duele? ¿Por qué sientes que la alegría de tu amigo es más importante que la tuya? ¿Por qué no valoras lo que tienes? ¿Por qué el pasto del vecino es más verde?

El problema puede ser el simple hecho de que no estar en línea, cuando todos los demás lo están, relega a la persona a un limbo social, como si estuviera separada de lo que es genial, interesante, popular, lo que está de moda.

todos estan ahi menos tu

Este miedo a quedarse fuera también existe incluso entre aquellos que son súper activos en las redes sociales, ni siquiera tienes que estar desconectado para experimentar este sentimiento. Pero esta hiperactividad acaba creando otra emoción, desencadenada por pensamientos que provocan ansiedad, o incluso depresión. Y eso tiene un nombre: FoMo (del inglés “miedo a perderse”, o, en traducción libre, “miedo a ser excluido”).

FoMo es ese sentimiento cuando abres las redes sociales y ves a un amigo en Rock in Rio, o un amigo tomando fotos en todos los juguetes de Disney, o ese fin de semana que tu pareja de amigos pasó en una posada maravillosa.

Ni siquiera tienen que ser personas cercanas, también funciona cuando ves el feed de esa celebridad en Fernando de Noronha o “de turismo” en Nueva York. La impresión es que todos están haciendo algo genial excepto tú.

Y cuanto más te frustras con esta “realidad”, más te sientes obligado a ingresar a las redes sociales para seguir revisando lo último. Esto hace que tengas tu celular en la mano todo el tiempo, pendiente de las redes sociales, incluso cuando estás en compañía de otras personas, en tus propios eventos.

En el peor de los casos, esto puede incluso llevarte a adoptar comportamientos basados ​​en las expectativas generadas por esta ansiedad, como comprar los últimos lanzamientos solo para no quedarte atrás, o incluso hacer cosas que otras personas están haciendo (como terminar o participar en un relación solo para realizar un seguimiento del estado de sus amigos).

Una encuesta publicada en 2016 por la Universidad de Essex, Reino Unido, encontró que más del 75 % de los adultos en línea han probado FoMo. Según Sylvia van Enck, psicóloga del Programa de Dependencias Tecnológicas del Hospital das Clínicas, Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, FoMo es solo un nuevo nombre para algo que es inherente a la condición humana. Este sentimiento ya existía antes, pero se potenció por el alcance que tienen las redes sociales.

Por tanto, las redes sociales no parecen ser las únicas villanas de nuestros comportamientos, pero, eso sí, son grandes potenciadoras. La clave puede estar en la forma en que hacemos uso de ellos.

"Rehabilitación"

Algunas personas simplemente decidieron hacer una “desintoxicación”, precisamente porque están siendo afectados psicológicamente por los efectos de comparar sus vidas con la perfección que anuncian los demás.

Han decidido tomarse un descanso de las redes sociales y han decidido regresar cuando sean más maduros o estén listos para lidiar con eso.

Si es tu caso, quizás este “detox” sea una solución. Pero no es saliendo de las redes sociales (aunque sea momentáneamente) que solucionarás tu problema. Lo ideal es buscar el equilibrio. Aquí hay algunos consejos para que usted trate de lidiar mejor con el hecho.

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Evitar la dependencia

Para evitar llegar a este nivel de dependencia, aprende a utilizar las redes sociales como herramienta, sacando lo mejor de ellas para ti. Tener enfoque y propósito. Pregúntese, “¿Qué quiero de las redes sociales?”. Crea un objetivo: eres tú quien los usa, no al revés.

Estipula cuánto tiempo estarás navegando por Facebook, Instagram, Twitter, YouTube… En este sentido, incluso existen aplicaciones para ayudar a crear foco (como Forest).

Un consejo: configure su feed para mostrar la menor cantidad posible de la vida de los demás. Categoriza a tus amigos y especifica cuánto de ellos quieres ver, filtrando tus noticias y haciéndolas más limpias y funcionales.

Para los que se exponen demasiado

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Si estás de este lado del problema, preocupado por la mejor foto, el mejor ángulo, la exposición de la vida perfecta... intenta ser real. Solo vive. Pregúntate: “¿Por qué esta necesidad de exponerme tanto? ¿Qué necesito probarle a la gente?”

La vida no necesita ser registrada todo el tiempo. Es lindo tener fotos para recordar en el futuro, para un – real – encuentro con familiares, hijos, nietos, amigos, para recordar todo lo vivido.

Los recuerdos son afectivos y son buenos para nuestro corazón. Sal de la burbuja. Disfruta del ruido del mar, de la cálida arena. Disfruta de esa fruta que recogiste en el árbol, justo en tu patio trasero. Disfruta del show de tu cantante favorito. Disfruta de ese viaje en pareja, sin tener que hacer una foto de los pares de pies. Guárdate ese momento divertido de tu hijo para ti.

No tienes que mostrarles a todos que eres feliz. Solo necesitas vivir, seas feliz o no. No necesitas la aprobación de la gente para nada.

¿Hay alguna manera para mí?

Las redes sociales y el síndrome de la vida perfecta

Ahora bien, si ya tienes este sentimiento de tristeza, frustración y ansiedad, debes admitirlo y buscar ayuda. Sobre todo, comprenda que las redes sociales son solo un potenciador de su problema. Si no está allí, seguirás teniendo problemas en cualquier otro entorno.

Reconoce tu propio valor y que tu vida es realmente interesante. Incluso si no estás en los eventos que publican tus amigos en su feed. Aprecia más las cosas que tienes, sé agradecido por ellas, de verdad.

Tenga en cuenta: las redes sociales no son la vida real. Ni siquiera son un intento de reflejar lo que es verdad. Son meros escaparates, donde muestras lo que quieres.

La gente no vive feliz todo el tiempo, en fiestas maravillosas, en viajes espectaculares. También tienen problemas, deudas, pelean con sus compañeros, sienten celos, odian su trabajo en algún momento.

Nadie es perfecto, y es parte de un juego deplorable demostrar lo contrario. Esto puede ser reflejo de una carencia y necesidad de mostrar no solo con lo que se quiere despertar la envidia, sino también de querer creer que la vida misma es perfecta.

Haz una lista de todo lo que admiras de ti mismo, lo que es bueno de ti. Y lo más importante, no intentes encajar en ese ideal. Ideal, como su nombre lo indica, es algo que sólo existe en el plano de las ideas, es ficticio. Y la ficción es el opuesto perfecto de la realidad.

Disfruta la belleza de la vida y comprende que todos tienen algo especial que no necesita ser mostrado o envidiado. Deja de “disfrutar”, para que simplemente puedas vivir.

Vela por la integridad de tus hijos

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Como gran parte de la investigación sobre la relación entre los trastornos mentales y las redes sociales también involucra a adolescentes y jóvenes, es fundamental mantener la integridad psicológica de tus hijos.

En primer lugar, siempre participe en sus actividades en las redes sociales (incluso cuando se trata de seguridad, además de cuestiones de autoaceptación). Esté siempre abierto al diálogo, sea receptivo, respete su espacio, pero limite hasta dónde pueden llegar, por su propio bien.

En general, trabaja la autoestima de tus hijos, valida sus sentimientos. Crear seres humanos seguros de sí mismos, conscientes de sus cualidades (y también de sus defectos) es de gran ayuda para evitar que caigan en la trampa de dedicarse a la vida de los demás en detrimento de la propia. Ya sea en cualquier entorno, no solo en el virtual.

También es importante valorar los momentos familiares. Acostúmbrese a las reuniones personales, las conversaciones o incluso una llamada telefónica de vez en cuando. Hable sobre preocuparse por las personas, escuchar, estar juntos y mostrar que la vida sucede fuera de la pantalla.

Ahora bien, es fundamental que tú también des ejemplo, porque de nada sirve exigir presencia si tú también eres fanático de las redes sociales y no dejas el celular en lugar de disfrutar momentos con tus hijos y familia, en la vida real. .

Extra: estampida

Hay una tendencia, aún tímida, pero creciente, de personas que están abandonando las redes sociales para siempre. Las razones son varias: para algunos, las redes actuales ya no interesan o nunca interesaron.

Hay gente que está cansada de polarizaciones, peleas y discursos de odio, curiosamente alimentados por las propias redes sociales, aunque dicen que tales actos violan sus lineamientos.

Hay quienes simplemente están preocupados por su privacidad y consideran que las redes sociales son un lugar peligroso para almacenar sus datos.

Para aquellos que siempre han desconfiado de los algoritmos y de cómo son vistos como un “producto”, en una relación en la que sus datos son moneda de cambio para que los anunciantes bombardeen su línea de tiempo con publicidad, y en la que todo parece un artificio de ellos. para condicionar nuestro comportamiento en su propio beneficio-, he aquí un dato interesante: el libro “Diez argumentos para que elimines tus redes sociales ahora”, de Jaron Lanier, uno de los precursores de la realidad virtual y uno de los mayores expertos en la materia. sujeto en el mundo.

Es un gran referente en Silicon Valley, y aborda con consistencia y autoridad varias cuestiones que te harán replantearte tu forma de ver las redes sociales, y también cómo te comportas dentro de ellas.

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Feliz lectura!

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