La vida frenética del mundo contemporáneo ya hace que la mayoría de la gente se despierte corriendo, se vista corriendo y siga corriendo hasta que finalmente llega el momento de correr a casa. Esta rutina se repite día tras día, haciéndonos sentir como ratones corriendo sobre su juguete fijado en la jaula, que gira rápidamente, pero no se mueve. Y eso nos llena de frustración. Miramos la felicidad de las personas y estandarizamos los logros de los demás como el ideal, distanciándonos y desvalorizando nuestra lucha diaria por crecer.
En principio, el primer paso para entender nuestra misión aquí en la Tierra es aceptar que todo es parte de un proceso, por lo que la victoria no sería diferente. Y cuando hablamos de proceso, debemos ser conscientes del tiempo. Esto es mucho más complejo que “medir” nuestros logros relacionando nuestra rutina de carrera.
Primero, tenemos que analizar la calidad y la necesidad de una vida ocupada para ser parte del proceso de nuestros logros. Son las personas despertando y tratando de optimizar nuestro tiempo con actitudes y acciones que traen nuestra felicidad - y cuando digo "nuestra felicidad", es algo sumamente personal, que no permite la ocupación de ningún patrón o receta mágica.
Es tener conciencia de que una de las únicas cosas en el Universo que no podemos rescatar es el tiempo. Y esa es la cuenta.
Que sigamos corriendo, pero que a mitad de carrera no dudemos en pararnos a contemplar el cielo; que la sonrisa de los que amamos haga que cada minuto de trabajo valga la pena; que nosotros, aun con las prisas, dediquemos un segundo para agradecerte por todos los procesos de crecimiento; que, aun con la locura de las prisas casi impuestas, nada no nos quita la gracia y el enfoque de que somos seres humanos en constante aprendizaje y evolución.
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¡La victoria vendrá! Crecer lleva tiempo y necesitamos mucha paciencia y sabiduría. Construir grandes metas lleva tiempo, y nos olvidamos de aceptar que la espera no es una pérdida de tiempo, sino un intervalo de pulir y preparar nuestra vida para altos vuelos. Ten fe y paciencia, para que una mariposa, al emprender su vuelo, un día se arrastró en su etapa de oruga. ¡No se trata de correr! El viaje es mucho más acerca de la esperanza.
