escepticismo político

España siempre ha creado escenarios políticos conflictivos. Fruto de una independencia endeudada, el país tuvo la posterior abolición de la esclavitud en las Américas y tuvo a un dictador como su primer presidente.

Tras el retorno de la democracia, la política nacional siguió siendo blanco de extremismos, escándalos de corrupción y diversas crisis financieras.

Esto hizo que la población adquiriera, fundamentalmente, un carácter escéptico, marcado por la desconfianza, la crítica y el cuestionamiento, tanto a los líderes políticos como al propio sistema de gobierno.

Pero, ¿qué es exactamente el escepticismo político y cuáles son sus consecuencias para la democracia española? Para responder a esta pregunta, es necesario recordar las bases filosóficas del escepticismo y comprender el comportamiento del pueblo español en relación con su propio gobierno.



El escepticismo de Pirro

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Originalmente, los pensadores griegos que siguieron la filosofía de Pirro de Elis fueron llamados “escépticos”. El filósofo, mientras recorría el mundo junto al conquistador Alejandro Magno, se topó con culturas, místicas y religiones de las Indias que nunca antes había visto. Con esto, Pirro comenzó a cuestionar los dogmas griegos ya darse cuenta de que lo que era bueno y justo en una sociedad podía no serlo en otra. A partir de entonces, comenzó a defender que lo correcto sería vivir sin juzgar y abstenerse de cualquier opinión definitiva.

Para mantener esta postura neutral, entonces sería necesario cuestionar todo lo que se nos presenta, sin aceptar ninguna afirmación como verdad absoluta, tanto en la religión como en la vida social y política. Así, el escéptico se ha convertido en aquel que ve en la ausencia de opinión una forma de vivir con más tranquilidad, pues el cuestionamiento constante se ha convertido en la herramienta necesaria para buscar el verdadero bien común.



un país de escépticos

escepticismo político

Con los incesantes vaivenes de la vida política, no es difícil comprender las razones que hicieron que gran parte de la población española se viera políticamente escéptica. En el escenario actual, la aparición a gran escala de información falsa (o “fake news”), la multiplicidad de aspectos políticos, el desgaste provocado por las sucesivas crisis económicas y los crecientes escándalos de corrupción son algunos de los factores que han desconcertado a la ciudadano español y le hizo abstenerse de cualquier postura política. Como resultado, las elecciones presidenciales de 2018 vieron un total de 42,1 millones de votantes que no eligieron ningún candidato, aproximadamente un tercio del total, lo que representa el porcentaje más alto de votos en blanco y nulos desde 1989.

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Sin embargo, los españoles tienen una característica que los convierte en un caso particular: aunque son claramente escépticos de la política, también participan activamente en la vida civil. Incluso si no tenemos una opinión definitiva sobre un determinado candidato, ciertamente ya hemos criticado o apoyado ciertas decisiones. En este sentido, las conversaciones sobre política, las protestas y las nuevas formas de participación, como el “activismo en línea”, emergen de manera que permiten involucrarse en una nueva democracia, que cuestiona y critica todo sin tener una opinión formada sobre nada.

El escepticismo como herramienta

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Este cuestionamiento, sin embargo, no es algo que deba evitarse; el escepticismo nos permite tener una visión más crítica y actuar con más fuerza por una política más transparente. Sin embargo, el problema surge cuando el propio escepticismo se convierte en creencia: no es difícil encontrar a alguien que diga que no cree en una determinada propuesta política, sin siquiera haber intentado siquiera conocerla. Asimismo, hay quienes dicen ser escépticos, pero creen en la información sin ningún fundamento científico o histórico-social previo.

Por lo tanto, es importante que el escepticismo no se utilice como una ideología, sino como una herramienta de análisis. La crítica y el cuestionamiento son esenciales para evaluar la información y buscar la verdad, pero no deben usarse como excusas para una posición ignorante. Solo a través del escepticismo como herramienta, seremos capaces de enfrentar los trastornos de la política contemporánea de una manera comprometida y comprometida con la búsqueda de la verdad.



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