El amor lo es todo pero no es suficiente.

    1. El amor lo es todo, pero no lo suficiente - Alex Gabriel
    Vete cuando quieras quedarte. Eso a veces significa amor. Amaos unos a otros y a vosotros mismos. Es entonces cuando la razón tiene su victoria sobre nuestras fantasías románticas, permitiéndonos reconocer que una determinada relación resulta desgastada y poco funcional, aunque el sentimiento dificulte la necesaria y sana separación. E incluso este sentimiento necesita ser investigado, ya que, comúnmente, "amor" no es más que un término útil para enmascarar nuestra dependencia emocional, obsesión, necesidad de control, necesidad y soledad.

    Finalmente, no existen recetas o manuales universales que expliquen cuándo y qué hacer, siendo la investigación honesta tarea de los involucrados en una relación de dos (o de tres, de cuatro, etc.). Me parece válido, sin embargo, tomar nuestras emociones como un termómetro, que nos exige la racionalidad necesaria para una mejor decisión. ¿Cuán tranquila y serena ha sido esta relación y cuán inquietante ha sido y nos ha quitado la paz? ¿Cuánto han volado las cosas con naturalidad y cuánto han requerido esfuerzo, desgaste, discusiones y demás? Y, finalmente, ¿cuánto ha añadido, elevado, estimulado, vuelto a nosotros mismos esta relación y cuánto nos ha disminuido, reduciéndonos a un papel de poca importancia?



    Amar es, sí, dejar libre al otro, pero concebir esta libertad como un permiso para no comprometerse, relegando al otro a un lugar de menor valor, desdeñando sus sentimientos y tratándolo como una mera opción, es lo mismo que despojar a ese otro. libertad.

    Es necesario, sin embargo, que, en este proceso de comprensión, nuestras preguntas no se vuelvan sólo hacia el exterior, lo que no sería más que una trampa para mantenernos en la comodidad del papel de víctimas, sino sobre todo, hacia nosotros mismos. , por nuestras propias motivaciones, lo que requiere una gran honestidad de nuestra parte. Hay un pequeño y divertido poema del educador, escritor y astrólogo Eduardo Loureiro Jr. que dice lo siguiente:



    “Cuando nos queremos

    y quiero al otro

    ser otra cosa,

    no queremos al otro;

    queremos algo más.”

    El amor lo es todo pero no es suficiente.

    ¿Ves la inmensa sabiduría detrás de este simple juego de palabras? No vale culpar al otro de nuestro sufrimiento cuando, en realidad, se trata de que la pareja no correspondía a nuestras idealizaciones anteriores, no nos daba lo que queríamos. Comportamientos como este eran quizás comprensibles y hasta aceptables en una época de matrimonios concertados, cuando al hombre se le reservaba el papel de formar una familia y garantizarle el sustento, demostrando así su masculinidad, y a la mujer no le quedaba otra alternativa que el matrimonio, ya que trabajando, luchando pues su emancipación y la elección de sus socios no le convenían en absoluto.

    Sin embargo, en tiempos de tanta libertad, en un mundo que nos ofrece tantos recursos para que seamos dueños de nosotros mismos, lo que no cae bien es persistir en esa vieja y natural costumbre de proyectar nuestra idea sobre la pareja ideal en el otro, exigiendo de él satisfacer nuestras expectativas. La honestidad en el contexto de una relación es, ante todo, comprobar si amamos al otro o si amamos lo que creamos de él y, si realmente lo amamos, cuánto estamos dispuestos a enfrentarlo, a repasar. sus aristas a favor de la relación. Porque a veces, simplemente no estamos dispuestos, y eso no tiene por qué ser un problema, al fin y al cabo, depende de cada uno evaluar hasta qué punto eso realmente le está yendo bien.

    No se trata de asumir plenamente la culpa. Incluso porque no se trata de la culpa, lo que, a mi modo de ver, me parece propio de la Iglesia, que, en la intención de servir de freno moral a la sociedad, acabó fomentando mucha represión, dando lugar a una serie de disturbios ( mea culpa, mea culpa máxima). Es, sí, responsabilidad. Se trata de entender que si una relación involucra a dos, ambos comparten esta responsabilidad. No es posible ni me parece útil medir la parte de responsabilidad de cada uno, y es importante entender que, aunque el otro nos haya ofendido, mentido o burlado de nosotros, optamos por permanecer en ese relación, y conviene, por tanto, asumir las consecuencias de esa elección. Porque esto es un hecho: siempre hay consecuencias.



    La relación no es y nunca ha sido un lecho de rosas. La relación es un desafío, sí, sobre todo porque saca a relucir aspectos de nosotros que han estado dormidos durante mucho tiempo. Pero no tiene por qué ser ni debería ser una tortura. Sal de relaciones en las que solo te importa, solo tú quieres, solo tú das y solo tú amas. No te permitas perderte en el intento de hacer funcionar algo que ya muestra signos de fracaso. Si uno quiere ir al sur y el otro quiere ir al norte, permanecer juntos puede ser fatal para ambos, por mucho amor que haya. No quieras arrastrar al otro contigo y tampoco te dejes arrastrar por él. Dona, pero sin cancelarte. Hazte presente, pero sin salirte de ti. Ríndete, pero no te pierdas. Ama, pero solo después de amarte a ti mismo.



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