Vive el presente

    La vida pasa demasiado rápido. Teniendo en cuenta el tiempo de existencia en el planeta Tierra, nuestra existencia ya es pequeña, imagina entonces ¿qué serían 80 años en miles de millones y miles de millones de años? Prácticamente nada. Cuando uno es mayor, esa enseñanza de la vieja escuela de que el ciclo existencial del hombre se divide en nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte, cobra cada vez más sentido. Es como si nuestro cronómetro interno comenzara a funcionar, literalmente contando desde la edad adulta en adelante. Hoy estamos aquí, pero mañana no sabemos.



    Por supuesto, mañana no está bien para nadie. Los imprevistos suceden, naturalmente. Pero hablando de probabilidades, un adulto es más vulnerable al final de la vida que un niño que todavía “gatea” al escribir su propia historia. Para un niño, el futuro puede ser muy hermoso. Tus elecciones determinarán dónde estarás mañana. El futuro del adulto ya está definido. No es que sea imposible, por supuesto, pero es mucho más fácil para un niño convertirse en ingeniero cuando es mayor que un adulto, en medio de un millón de responsabilidades, para comenzar un nuevo camino. Tal vez como un refresco de tres litros, es mucho más difícil conseguir “gas” al final de la bebida carbonatada que al principio de la misma.

    Vive el presente

    La gran pregunta es si mañana no llega. ¿Habrá valido la pena hoy y todos los “ayer”? Aunque en el párrafo anterior está escrito que es poco probable que comiences de nuevo, ¿hay algo que te impida hacerlo si lo sientes necesario? ¿Cuántas historias tenemos de conocidos que no se arrepienten de tirarlo todo por la borda y emprender un nuevo camino? ¿Y cuando decimos que ese camino no está sólo en relación al trabajo, sino en una serie de cosas mucho más profundas, ligadas principalmente a nuestros hábitos?



    El pasado ya sucedió, no hay nada más que hacer, excepto aprender lecciones de él, incluso qué no volver a hacer. El futuro es un misterio que ocurre debido a eventos que dependen o no de nuestras acciones. El presente, en cambio, justifica su nombre: un regalo que recibimos a diario para dibujar cada día un nuevo mañana. ¿Disfrutas de la tuya? Si no es así, piensa que puedes empezar a hacerlo de inmediato.



    Texto escrito por Diego Rennan del Equipo Eu Sem Fronteiras.

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