Toda sanación sucede cuando el terapeuta y el paciente hacen la conexión Alma-Alma.

    Amados, quizás el mayor error que comete el ser humano es dar demasiado poder a los demás a expensas de sí mismo.

    Esto sucede comúnmente cuando alguien sufre, ya sea física, emocional, mental o espiritualmente.

    Mira lo que le pasa a la gente y, por qué no, a mí también. Cuando sienta algo que comprometa su salud, lo primero que debe hacer es buscar a alguien que le solucione el problema. Pocos todavía tienen conciencia y entienden que todo está adentro… Nada está afuera. Ceden el “poder” a los demás y dejan de conocerse más y, así, evitan más problemas más adelante.



    En la cuestión espiritual, que es, de hecho, donde todo se resuelve, no es diferente. El paciente y el terapeuta deben estar sincronizados, como si fueran dos almas con una correa caminando en la misma dirección y ritmo.

    El terapeuta puede hacer poco para ayudar al paciente cuando el paciente pone toda la responsabilidad de la curación en el profesional. En esta circunstancia, el terapeuta está muy por delante y el paciente muy por detrás. En ausencia de esta sincronía de almas, la distancia entre ellas impide la conexión y la sanación.

    El terapeuta debe ser consciente de que la mejor técnica de curación es hacer que el paciente crea en sí mismo y en su capacidad de rehabilitación. Empodéralo y hazle sentir la fuerza que tiene. Acércalo, háblale el lenguaje del corazón, siéntelo y acurrúcalo en lo más profundo del alma.

    Toda sanación sucede cuando el terapeuta y el paciente hacen la conexión Alma-Alma.

    Al poner a los dos en la misma sinergia, el terapeuta realmente sentirá la necesidad del otro y conocerá el camino más rápido hacia la curación.

    Por otro lado, el paciente se sentirá empoderado y creerá más en su fuerza de rehabilitación, adquiriendo toda la energía necesaria para ello.


    Cuando el terapeuta y el paciente están conectados, alma con alma, entonces el sanador puede pasar toda su luz interior al alma del otro. Esta súper energía será capturada instantáneamente y absorbida en la dosis exacta por el paciente.


    Por tanto, el primer paso hacia la curación, sin duda, es hacer creer al paciente que se puede curar. El terapeuta te ayudará a comprender esto, pero la mayor fuerza es siempre la que viene del interior del paciente.

    El buen terapeuta es el que sabe hacerse pequeño para devolver la grandeza al que viene en busca de ayuda.

    Sin este emparejamiento, la convalecencia tarda mucho más.

    Cuanto más graves son los problemas del paciente, más fácilmente cree en su impotencia. Cuanto más indefenso se sienta, más cerca debe estar el terapeuta. Esto no quiere decir que el profesional necesite entrar en la misma vibración, sentir el mismo dolor y los mismos síntomas. Por el contrario, debes sintonizarte para poder evaluar, pero sin llevarte el dolor del otro. Aquí es donde entra la compasión o el amor incondicional, porque es este enfoque el que lleva la corriente de la curación.

    Haz que asuma su responsabilidad. Devuélvele la confianza que ya no creía tener.

    Para ser un buen terapeuta espiritual, tienes que haber pasado por las mismas circunstancias y aprendido todo este proceso. Es necesario tener la confianza necesaria y la certeza de que estos poderes son ilimitados.

    El camino de la sanación espiritual es devolver al otro su propia grandeza. Hazle creer que él es el único responsable de los caminos que debe recorrer. Y que es en este camino de vida que encontrará todas las herramientas para el trabajo que viene en cada recodo del camino.


    Toda sanación sucede cuando el terapeuta y el paciente hacen la conexión Alma-Alma.

    Por lo tanto, el terapeuta espiritual primero debe recorrer su propio camino y curarse a sí mismo. Con este antecedente, sabrás conducir a cada paciente que acude a ti, porque es la afinidad de alma lo que une a uno y otro.



    Por lo tanto, el terapeuta espiritual no necesita publicidad. Son las almas las que se buscan. Esta afinidad es el puente que los une. Esta afinidad es la medicina que cura.


    Soy Vital Frosi y mi misión es la iluminación.

    ¡Buenas tardes!

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