¡Silencio!

    ¿Alguna vez has notado lo difícil que es silenciar?

    ¿Te has preguntado alguna vez por qué?

    Vivimos en una sociedad ruidosa, agitada y apresurada, en la que la máxima “el tiempo es dinero” nos convoca en todo momento a la productividad, la competencia, la ambición, la soledad, el vaciamiento de los sentimientos y las relaciones físicas, reales y no virtuales.

    Se ha vuelto casi prohibido detenerse, no hacer nada, disfrutar del ocio. ¡Y ahí está el peligro! Cuando no hay o no podemos permitirnos tiempo, ¡nos perdemos! Empezamos a experimentar el mayor desajuste posible, el desajuste de nosotros mismos, porque con las prisas aceptamos las modas y lo culturalmente aceptado.



    Un ejemplo de esto es la música, la ropa y las joyas. ¿Te gusta mucho el tema principal de esa telenovela o simplemente te aprendes la letra y andas cantando para estar atento y tener algo con tus compañeros de trabajo? ¿Decidió tomar cierta universidad, MBA, curso de idioma porque es de su interés legítimo o para asegurar una promoción?

    ¿Conoces esa famosa escena de la película "La novia a la fuga" en la que Maggie (Julia Roberts) pide varios tipos de huevos para saber, al fin y al cabo, cuál es tu favorito??? Pues estamos pidiendo lo que piden los demás, estamos aceptando lo que la empresa nos da como metas, bebiendo la bebida del momento, haciendo la actividad física que está en auge, comprando el arete y el vestido que lleva ese personaje y nos lo guardamos. en algún lugar seguro y escondido quiénes somos y qué nos gusta.

    ¡Silencio!

    ¿Y sabes cuándo nos volvemos a encontrar? Cuando paramos y/o callamos! ¡reparar! Guarda silencio y observa lo que pasa por tu mente. Primero vendrá un torbellino de cosas cotidianas: cuentas por pagar, tareas por hacer, quejas de la vida y muchas otras cosas. Pero no te aferres a ninguno de estos pensamientos, déjalos pasar.



    Dales la bienvenida, no los juzgues y ni siquiera te molestes con tanto ruido interno. Con el tiempo, la mente percibirá este movimiento de soltar y luego comenzará a liberarse de estos patrones, estos dispositivos, y te dejará en paz. Y ahora mismo, no tengas miedo de ver a esa persona tan cerca, tan familiar y tan lejana.

    Este reencuentro es hermoso y aterrador, después de todo, ¿y ahora qué? ¿Cómo podemos mantener lo que somos de nuevo? Pero ese es tema para otro texto. Por ahora, si es muy difícil silenciar, y sé que para algunas personas puede ser casi imposible, tal adaptación a esta sociedad enloquecida en la que vivimos, propongo que el silencio pase un poco ruidoso, que es la investigación privada.

    ¿Con qué soñabas cuando eras niño? ¿Qué querías ser de mayor? ¿Cuál fue tu sabor de helado favorito? ¿Qué canciones escuchaste? ¿Donde vives? ¿Por qué barrios transitaste? ¿Quiénes eran tus amigos y amores? ¿Qué hay de ellos que te atrajeron y unieron? ¡Revísate a ti mismo! Averigua si aún existe esa heladería y ve allí y chúpate ese helado, seguro que se da el reencuentro.

    Busca en Netflix las películas que solías ver y míralas de nuevo, revive las sensaciones, date cuenta de lo que ha cambiado, en todo caso. Estar presente con tu pasado, sueños, alegrías, dolores, amores… estar presente con nosotros es estar en silencio.

    Cuando nos volvemos a encontrar, aunque sea en fracciones de segundo, nos invade una alegría espontánea, ingenua, con sabor a chocolate, cariño y regazo. ¡silencio! Quédate contigo mismo, redescúbrete y luego vuelve al mundo y comparte tu grandeza.



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