Es cierto que la gran mayorÃa de la población mundial no dispone de mucho tiempo libre debido a las largas, dobles y agotadoras jornadas laborales. Todo esto para sobrevivir con un mÃnimo de dinero que pague lo básico de alimentación y vivienda.
Sin embargo, todos hemos oÃdo hablar de la alegrÃa que existe en las celebraciones de las comunidades tradicionales, las cuales, en su mayorÃa, no cuentan con un alto poder adquisitivo. Y muchos ya se han preguntado, ¿cómo alguien que no tiene ni para comer puede exudar una felicidad tan inmensa y contagiosa? ¿Mientras, al mismo tiempo, muchas de las personas más ricas del mundo viven en un enorme vacÃo existencial? ¿Como eso es posible?
Se sabe que todo lo que está hecho de materia tiene un final en la forma que vemos hoy. Todo se transforma, la naturaleza de la materia es la impermanencia. Todo está hecho de la combinación de los elementos éter, aire, fuego, agua y tierra. Dependiendo de la cantidad de cada elemento presente en un objeto dado, toma una forma especÃfica. Para luego descomponerse y unirse con nuevas combinaciones de los cinco elementos antes mencionados, y luego manifestarse de otra forma ante nuestros ojos.
Nuestra conciencia, que está conectada al plano sutil, al plano de la espiritualidad, es eterna. Cuando uno tiene la percepción sobre la naturaleza de nuestra esencia real, y aún asÃ, esa conciencia impregna todo lo que existe, que todo es manifestación divina, la vida se vuelve plena en su esencia. AsÃ, en los momentos en que puedas relajarte de las tareas y el trabajo diario, y tengas la oportunidad de entrar en comunión contigo mismo, con la energÃa que mezcla lo sagrado y lo profano, alegrÃa y conexión con la energÃa que conecta con la Tierra y con cielo, con esperanza y con fe.
He conversado con diferentes lÃderes de comunidades de herbolarios, parteras, quilombolas, indÃgenas, además de ampliar la investigación sobre las manifestaciones culturales tradicionales españolas. Y el factor común que percibo en sus discursos y expresiones artÃsticas es precisamente la conexión con los saberes y valores que vienen de sus ancestros, la conexión con la Tierra, con la energÃa divina de la luz y con los valores éticos básicos, pero tan olvidado por gran parte de la sociedad contemporánea. Y esas conexiones son la mayor joya que una persona puede tener en la vida. Nutre el alma, aporta claridad a la mente, raÃces firmes en la tierra y amor al corazón. Alguien cuya vida se basa en estos principios está en el camino de la armonÃa en la vida.
Volviendo a la pregunta de por qué algunas personas que tienen mucho dinero cargan con el vacÃo existencial, es claro que es necesario el alimento para la parte de nosotros que queda, que siempre está. Y es importante, por supuesto, que esté conectado a la luz. Tener dinero es genial. Hacer el bien a los demás, a la sociedad es maravilloso. Estar abiertos a compartir la vida, a lo sencillo, a escuchar las voces de las comunidades tradicionales es una riqueza inconmensurable.
Podemos observar el rápido crecimiento de las Iglesias Evangélicas y otras instituciones que, en vez de fomentar el libre albedrÃo, cuestionando la vida y la idea de que todos somos Dios, o como prefiero decir, la Diosa, cada vez más encasillan al ser humano en cajitas, donde pensar está casi prohibido. Cajas que condenan los pensamientos libres, la curación por las plantas, la conexión con la espiritualidad. Este es un factor que ha estado perturbando a algunas comunidades en todo el mundo.
A pesar de todas las dificultades enfrentadas, el poder de la vida, la fuerza de la resistencia en la preservación de sus culturas y tradiciones, el respeto por la ascendencia y la energÃa de ser divino y humano al mismo tiempo permite que quienes se detienen a escuchar los saberes y dichos de estos los pueblos quedan profundamente conmovidos, y nunca permanecen impasibles ante lo que es realmente un Ser Humano.