¿Por qué son pocas las personas que sienten placer en la conquista?

Hace días que vengo construyendo un pensamiento a través de una sola pregunta: ¿Por qué tan poca gente se complace en conquistar? Y, en medio de mis actividades cotidianas, juntaba varias palabras de ladrillo para cimentar mis ideas. Necesitaba la respuesta, la realización final de la misma. Pero no tenía prisa por conseguirlo. Después de todo... Tengo placer en la conquista.

¿Por qué son pocas las personas que sienten placer en la conquista?

Etimológicamente, la palabra CONQUISTAR tiene su origen en el latín “CONQUAERERE”, que significa ganar, obtener mediante un esfuerzo. Además de esta definición, entendí que la acción CONQUISTAR está ligada a algún tipo de dificultad. Y fue exactamente desde aquí que construí mi resolución de problemas. ¿Cuántos no buscan fórmulas y reglas del 1 al 10 para conquistar a alguien? ¿Incluso cambian su propio cuerpo y vestuario, echan un romanticismo muy forzado (por no decir placer a la presa) y aprenden nuevas técnicas para poner “fuego” en la cama lo más rápido posible? La perfección parece ser la conquista más perfecta del “falso conquistador”. Y ¡ay de aquellos que muestren sus faltas! ¡Es retiro inmediato!



¿Cuántos no intentan alcanzar sus grandiosas metas a través de métodos que aceleren su éxito? Estudian poco, se estresan poco, trabajan poco, pero quieren que la semilla dé fruto en pocos días.

¿Cuántos prefieren la mensajería instantánea a escribir cartas? Hablar poco es todo lo que se necesita. Las palabras mecánicas son necesarias. La rapidez en las respuestas es necesaria ante una sociedad enferma de ansiedad y atención. Cualquiera que no responda en segundos es rechazado como alguien que no consuela los sentimientos de los demás.

“¡Vaya, vaya, vaya!”, “¡corre, corre, corre!”.

¿Por qué son pocas las personas que sienten placer en la conquista?

¡Es esto! ¡La gente tiene prisa! Las instalaciones son los atajos para llegar al podio de la “conquista”. ¿Conquista? ¿Qué conquista? Pues la mayoría pierde rápidamente el deseo por el objeto alcanzado. Y, por lo tanto, están en una búsqueda incesante de “logros” que no pueden ser conquistados.



La conquista es un acto que siempre estará ligado a la resiliencia ante los obstáculos. ¡Conquistar no tiene nada que ver con la facilidad! Para conquistar a alguien, por ejemplo, no hay reglas, pero requiere persistencia y paciencia con las luchas e imperfecciones internas del otro. Para conquistar a alguien, primero es necesario que seamos lo que somos. No es necesario que tengamos un cuerpo estándar si es imposible tener un alma estándar. No importan los argumentos, es parte de vivir con las diferencias y momentos difíciles que cada uno atraviesa con las presiones del mundo. ¡Por favor! ¡Quien nunca haya sido destemplado, que tire la primera piedra!

¿Por qué son pocas las personas que sienten placer en la conquista?

Por lo tanto, la gente necesita experimentar la lentitud del proceso llamado logro para no abandonar fácilmente el sabor surrealista del éxito. Hay que aprender paso a paso (aunque sea corto muchas veces), con el esfuerzo ganado de conocer realmente a las personas, con el esfuerzo de lograr una victoria que parece imposible para los “no vencedores”. Entendamos lo siguiente: la prisa pertenece al mundo capitalista contemporáneo, pero la lentitud pertenece al mundo atemporal de nuestros sentimientos. Los sentimientos y los sueños no se construyen a la ligera. Toman su forma por la voluntad perseverante del verdadero conquistador.



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