Él estaba allí esperándome. Y, como un niño que ve un caramelo, logré convencer a mi madre para que me lo diera y así obtuve el anhelado objeto de deseo. Por supuesto, aún sin ningún entrenamiento, comencé a devorar el librito que venía con ese obsequio tan querido.
Desde ese día, nunca más pude alejarme de mi tarot y su simbología y comencé a estudiar otro tipo de oráculos, como los Arcanos Mayores y Menores del Tarot de Marsella, involucrando estudios de mitología y filosofía griega.
Hoy que cumplo 42 años me siento más apasionada y conectada con el poder de la consejería que encontramos en esta herramienta de autoconocimiento y conexión con nuestro Yo Superior, en la que tenemos la oportunidad de comprender nuestras posibilidades y dificultades.
La consulta con el tarot nos proporciona el consuelo necesario en muchos momentos de crisis sentimental o incluso en decisiones profesionales.
Debemos tener presente que nos guiamos por nuestro libre albedrío y debemos utilizar los oráculos como un complemento importante en la formación de nuestras propias convicciones, en la superación personal, especialmente en la ampliación del conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos.
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Si quieres conocer este instrumento que tiene mucha ciencia, trata de entenderlo como un modelo de nuestra vida y cuando las cartas se usan con respeto y estudio de su simbología, la energía que trae es la de una miniatura de las situaciones propuestas. , de las sensaciones, sentimientos e intenciones, tanto propias como de las personas implicadas.
La idea del oráculo como mapa es hacernos dar cuenta de hasta qué punto actuará este esquema, ya que las cartas son indicadores de lo que ha pasado, lo que pasa y lo que tiende a pasar.
Prestar atención a sus símbolos es tan prometedor como escuchar un sermón, leer un buen libro y entablar una conversación productiva.
¡Besos de luz!
