La importancia de la sexualidad

    La importancia de la sexualidad para Freud lo llevó a muchas preguntas y respuestas. Según él, es en la sexualidad donde encontramos el origen de las neurosis y del comportamiento humano… ¿Será posible?

    Es necesario recalcar que cuando hablamos de sexualidad, no estamos hablando directamente de erotismo. Hay una diferencia entre estas definiciones, que hoy en día son confundidas y banalizadas por muchos, debido a contextos históricos y culturales que han ido evolucionando y pasando por experiencias, generación a generación, siglo tras siglo. Para los psicoanalistas, estas distorsiones pueden hacer toda la diferencia a la hora de comprender qué es lo que mueve al ser humano a tales actitudes, impulsos y deseos, y este sujeto está en todas partes, en todas partes, pero aún así. hay un tabú que se debe romper colectiva e individualmente comprender realmente este origen y poder afrontarlo de forma saludable.



    Empecemos por traer a colación la importancia de nuestros ancestros en este proceso, porque, al fin y al cabo, hoy nos debemos a quienes nos precedieron, suponiendo, claro está, que en el pasado la humanidad no tuviera conocimiento científico de cómo sucedió, pues por ejemplo, la reproducción, y así damos nuestro primer paso en este viaje, que comienza desde el momento en que los hombres no veían sentido entre las relaciones sexuales y el embarazo: el hecho de que la mujer generara vida era algo exclusivamente divino, haciendo que, para muchas tribus y pueblos, la figura femenina sea vista como la de una diosa. Así, en un momento dado, la mayoría de los dioses estaban representados por el sexo femenino.

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    No pasó mucho tiempo y el hombre entendió su papel y aporte en la reproducción, dando así lugar a los primeros signos del machismo en la humanidad. Cuando se dieron cuenta de que los hombres podían fecundar a innumerables mujeres en un momento dado, contribuyendo a la tribu, que durante años fueron nómadas y no aceptaban bien la idea de relacionarse con fines reproductivos, ya que dificultaba la búsqueda de la supervivencia, eso cambió. Con el tiempo, estos pueblos se estabilizaron en sus propias tierras y comenzaron a ver esta relación de manera ventajosa: cuanto más, mejor, especialmente los machos.

    Los hombres a menudo miraban a las mujeres en busca de alivio de su impulso sexual. Viendo tal similitud en otros animales, la forma de practicar este acto fue por total influencia animal y primitiva, lo que dice mucho de lo que lamentablemente vemos hasta hoy: mayor apreciación corporal que afectiva.

    Por supuesto, hoy también tenemos otra conciencia: hay quienes eligen una relación que es simplemente placentera — y está bien, siempre y cuando sepas cómo lidiar con el impacto mental que tiene en tu relación social y personal.

    Entendiendo el origen de este término tan controvertido e incómodo para algunos y nos apropiamos de creencias que quizás no nos pertenezcan, por lo que necesitamos plasmar estas ideas y equilibrarlas para una vida más sana.

    Cuando pensamos en el placer, no siempre pensamos en el amor. Cuando pensamos en el amor, debemos entender este placer, el término medio entre los valores espirituales, racionales y nuestros instintos.

    Durante mucho tiempo, la humanidad no entendió la relación entre el amor y el placer, y mucho se perdió en el camino: ¿es posible vivir sin placer? ¿Es posible vivir sin afecto? La pregunta es: ¿por qué vivir sin uno u otro?

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    Reflexionemos sobre el amor y la pasión. Se complementan: el amor es como un carro, la pasión es como la gasolina. La pasión se mueve; el amor se consolida.

    Haciendo algunas observaciones y relaciones entre lo que hoy es caos en el mundo, falta discernimiento para domar estas pasiones movidas solo por instintos, porque la pasión suspende el juicio: es el punto de partida, pero no debe ser el punto de llegada. Hoy en día existen varias formas de conexión, pero sin afecto.

    Este placer que muchos buscan parece excluir el sentimiento. Es como un placer sensorial, que tiene un principio, un medio y un final. En cambio, el placer invisible, del alma y del espíritu, es eterno: una vez que amas, amas para siempre; tal vez no cultives el amor de la misma manera, pero aún existe, entonces no causa dolor, porque es amor. Una pasión, cuando es fugaz, duele.

    Por eso debemos buscar ese equilibrio, para no hacernos daño a nosotros mismos ni al otro. Se trata de deseo, poder y deber. Hay cosas que debo pero no quiero. Cosas que quiero pero no puedo. Cosas que puedo pero no debo.

    Lo que tengo en mente, en vista de todo lo que ha sucedido en el mundo tal como lo conocemos hasta ahora, es la cuestión de la atracción sexual y la verdadera relación. No debe haber prejuicios entre nosotros. Hay diferentes formas de placer, de amor y formas de amar. Conectar estas diversas fuerzas de la naturaleza y la idea del “sexo del futuro” tiene mucho sentido cuando se entiende, y esto sería bisexualismo, universalismo sexual, que seguramente tendrá un impacto en los problemas raciales, geográficos y políticos de la humanidad.

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    Sin embargo, respetando las diferencias y las similitudes, entendemos al ser humano como un ser único, capaz de tomar decisiones en función de lo que siente, de lo que atrae, satisface y no afecta a quien realmente es en relación con una sexualidad falsamente etiquetada.

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