El renacimiento de lo sagrado femenino por Ginecología Natural

La ginecología natural va más allá de una taza de té para los dolores menstruales o un baño de asiento para la candidiasis, también trae la posibilidad de rescatar nuestra ascendencia femenina, refuerza el principio de autonomía ante nuestro cuerpo, despierta esta conexión y reconocimiento de la mujer con la naturaleza cíclica, y además, anula el concepto de “mujeres rivales” y fomenta el desarrollo de la hermandad.

En mi historia, la ginecología natural fue un parteaguas, despertando en mí varios procesos profundos y olvidados. Empezando por el autoconocimiento con la observación de mi ciclo menstrual, el cambio de varios hábitos cotidianos que eran tóxicos para mi cuerpo (así como para mi alma), la resignificación de creencias y viejos tabúes, incluso el rescate de memorias ancestrales. Creo que hoy puedo decir que camino este camino con más presencia, sin prisas, sin exigencias, en mi propio tiempo.



La menstruación alguna vez fue considerada sagrada, el símbolo de la vida, el alimento de la tierra y un puente entre la humanidad y las deidades. Cuando las mujeres que menstruaban se volvieron más sensibles, siendo capaces de captar mensajes de los dioses para el progreso y bienestar de toda la comunidad, era el momento propicio para encantamientos y rituales. En los inicios, en las civilizaciones antiguas, la mujer ocupaba un lugar destacado en la sociedad. Reconocida como sabia, curandera, partera, consejera, responsable de la educación de los niños, la nutrición y la organización comunitaria, la mujer fue admirada por ser la puerta de enlace entre el mundo espiritual y la vida en la Tierra, responsable de generar vidas en su seno.

Pero con la expansión del patriarcado y las creencias centradas en un solo Dios Hombre, los valores se perdieron y la mujer fue arrancada de su rol y arrojada a las sombras del miedo y la ignorancia. La caza de brujas fue motivada por el miedo, el miedo al poder que ejercían las mujeres, el miedo a su conocimiento, el miedo a su fuerza, el miedo a la mujer salvaje que descansaba dentro de todas las mujeres del mundo, el miedo a la mujer libre. La sangre menstrual ahora se considera sucia, impura, una maldición generada por la terquedad del compañero de Adán en comer la fruta prohibida en el paraíso. La vagina, ante un portal entre el cielo y la tierra, es vista ahora como puerta de entrada al pecado y la lujuria, precursora del pecado original, ignorada por la medicina e incluso violada con crueldad y frialdad.



El renacimiento de lo sagrado femenino por Ginecología Natural
Agnes Vigil / Getty Images / Canva

Y hasta el día de hoy sufrimos los ecos de ese oscuro pasado en nuestro útero, en nuestras emociones y hasta en nuestra propia piel.

Desafortunadamente, el mundo misógino patriarcal ha traído una mirada fría y cruel al cuidado de la salud de las mujeres. Las mujeres fueron clasificadas como inferiores a los hombres, biológica e intelectualmente… Y gran parte del conocimiento antiguo fue desacreditado y juzgado como superstición. Y luego los hombres llegaron a dominar incluso un campo tan protegido por las mujeres durante milenios, el parto. La mujer pierde la autonomía de su cuerpo y se convierte en un papel secundario en el momento más especial y profundo de su vida.

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No vengo a atacar la práctica de la ginecología médica contemporánea, porque gracias al avance de la medicina, la longevidad es algo alcanzable para muchas mujeres con acceso a modernos exámenes, procedimientos quirúrgicos y medicamentos específicos para ciertas enfermedades, así como la cesárea en los casos. de urgencias obstétricas. Pero no podemos olvidar que no solo estamos hablando de un órgano hueco con fines reproductivos, estamos hablando de nuestro segundo corazón, un lugar de conexión con fuerzas mal entendidas por la ciencia, estamos hablando de la morada de la fuerza femenina.



La ginecología natural recupera lo femenino potente y sagrado, perdido entre las llamas de la inquisición, devolviendo este poder a la mujer contemporánea que quiere conectarse con las fuerzas de la naturaleza y consigo misma.

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