El año es nuevo, pero tú no.

Seguramente has escuchado la expresión o incluso dicho “Año nuevo, vida nueva”, pero ¿es esto cierto? Se acerca el final del año y empezamos a ponernos un poco ansiosos, pensando en todo lo que prometimos allí el año anterior y no cumplimos y ya preguntándonos si volveremos a prometer para el año que viene. Si bien establecer metas y objetivos es saludable, no es bueno hacer promesas que sabes que no podrás cumplir. Después de todo, el año puede cambiar, pero tu vida seguirá siendo la misma si no tomas medidas.



Tristeza, decepción, frustración… son algunos de los sentimientos que nos llegan cuando nos damos cuenta de que ha pasado “un año más” y no alcanzamos ese objetivo “muy básico” de perder 10, 20, 30 kilos para sentirnos bien. nosotros mismos o que no podemos recaudar dinero para hacer realidad algún sueño material. Tener este tipo de reacción ante alguna meta incumplida hecha y que dependía de nosotros mismos es sumamente normal, pero lo ideal es replantearte por qué no estás pudiendo cumplir con lo que prometiste allí el 31 de diciembre. ¿Tu culpa es porque no tuviste el compromiso de lograr lo que querías o por otros factores que no dependían de ti?

El año es nuevo, pero tú no.

Reflexionemos un poco: las experiencias por las que pasamos durante la vida pueden generar expectativas y frustraciones, y eso está bien. Sin embargo, las expectativas que genera un "giro" en la vida tan grande como las del nuevo año, que vienen a marcar nuevos ciclos, pueden ser un duro golpe en la cara de frente, cuando pasan meses del nuevo año y todavía no lo estás. No lo tenía ni se organizaba para conseguir lo que quería cambiar en su vida. La mayoría de las veces, las metas clavadas en tu cabeza para el nuevo año terminan siendo solo eso: ideas de año nuevo, y se quedan ahí, para ser rescatadas de vez en cuando en medio de la rutina cuando te das cuenta de que no lo hiciste. hacer tal cosa.



Esto se debe a que la mayoría de estas metas son clichés y “decididas” al calor del nuevo año, cuando la ilusión del año que viene te inunda, y estas promesas pueden terminar por no coincidir con tu realidad, tu meta de vida y con sus intereses. ¡¿Como asi?! Vamos… es común que las promesas de fin de año sean algo muy parecido a lo siguiente: bajar de peso, practicar actividad física, ahorrar dinero, dejar las adicciones, cuidar mejor la salud, cambiar de trabajo, etc. ¿Y cuántos de estos proyectos realmente se hicieron realidad?

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Es necesario tener en cuenta que enumerar metas para el próximo año te ayudará a planificar acciones y tomar decisiones a lo largo del año, por lo que no tiene sentido poner cosas que no harías o que ni siquiera tienes tiempo para hacer. tu rutina actual. Si realmente quieres que algo suceda, conocer el paso a paso de lo que hay que hacer es una buena forma de saber si es para ti y, de ser así, te ayudará a aguantar. Si puedes poner en práctica alguna resolución durante los primeros 30 días, ¡aún mejor! Las posibilidades de cumplir tu promesa se triplican, y después de ese tiempo te has acostumbrado a las restricciones.

Tampoco creas que tu vida cambiará por completo con la llegada del nuevo año, seguirás siendo la misma persona, pero puedes empezar haciendo pequeños cambios. No prometas demasiadas cosas, porque cuantas más promesas, más difícil es cumplirlas. Si es posible, elige solo una de las metas que planeabas alcanzar, ya que cambiar tus hábitos requiere mucha energía, tiempo y disposición. Otro consejo importante es no medir los resultados de inmediato; quien empieza una dieta siempre sufre más los primeros días y la balanza no siempre da buenos resultados al principio. El esfuerzo no parece valer la pena y por eso mucha gente se da por vencida.



El año es nuevo, pero tú no.

Notar que estás progresando es una gran salida. Por ejemplo, si la idea es perder cinco libras, tómate un poco de tiempo de tu día para recordar qué tan bien lo has estado haciendo: dejaste de comer helado después del almuerzo, porciones reducidas. Esto te motivará más. El consejo es configurar una alarma semanal en tu celular solo para tomarte media hora y hacer un balance de tu progreso. Celebra si puedes pasar siete días sin romper tu promesa.

Por último, evita decepciones contigo mismo y frustraciones, que pueden desencadenar mayores problemas psicológicos, piénsalo bien antes de hacer nuevas promesas, y recuerda que un objetivo perfecto debe tener tu rostro y depender solo de ti para lograrlo. Aún más gratificante es no necesitar el año nuevo el 1 de enero para desear mejoras en tu vida y perseguirlas para que sucedan. El cambio es personal, íntimo y debe haber determinación para lograr una meta en cualquier día del año.



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