Presencia real para una conexión profunda

    Las relaciones son uno de los cimientos de la existencia humana, posiblemente el más fuerte de ellos. Nos convertimos en lo que somos en relación con los demás. Sobrevivimos gracias a la mirada atenta y al cuidado externo en la primera infancia.

    Nacemos completamente vulnerables, a diferencia de otras especies.

    Permanecemos fusionados emocionalmente con nuestra madre, comprendiéndonos a nosotros mismos como una extensión de ella. Y es solo alrededor de los 3 años que el niño comienza a entenderse a sí mismo como individuo.


    Según la visión sistémica, al salir de la fusión con la madre, pasamos a la esfera del padre, que es nuestro primer otro. A lo largo de los años, iniciamos relaciones con parientes cercanos, compañeros de escuela, educadores, primeros amigos.


    Hasta alrededor de los 7 años, el niño manifiesta mucho del psiquismo de ambos padres o de los demás adultos que lo educan. Destaca muchas sombras que hay que mirar, sentimientos desatendidos, contenidos emocionales reprimidos del círculo al que pertenece.

    La primera infancia tiene un profundo impacto en la formación de nuestras emociones, en nuestras creencias y en cómo nos entendemos como seres. También tiene una gran influencia en la forma en que nos relacionamos: si somos capaces de crear vínculos profundos y seguros o si los evitamos a toda costa, sintiéndonos ansiosos por relacionarnos.

    La reflexión que propongo hoy es sobre la calidad de presencia que establecemos en nuestras relaciones. Porque es la elección consciente de dar nuestro tiempo, energía y atención lo que hace que algo crezca y florezca.

    Presencia real para una conexión profunda
    Vidal Balielo / Pexels

    Hay un imaginario de que los lazos se dan de forma mágica, que el amor se da de forma natural. Pero, de hecho, incluso entre padres e hijos, este vínculo es algo que se desarrolla y, cuando se nutre, crece.



    ¿Qué tanto eres capaz de estar presente en los diálogos que estableces?

    ¿Cuánto vuela tu mente, anticipa respuestas y parlotea mientras habla tu interlocutor?

    ¿Qué tan incómodo es para ti relacionarte?

    Si, por un lado, la tecnología vino a facilitar el acceso a otras personas y la comunicación, por otro lado, funciona, la mayoría de las veces, como un factor de distanciamiento de las conexiones reales.

    Hace unos años, la gente hablaba entre sí cuando iban a un restaurante, por ejemplo. Hoy, cuando observo grupos en el almuerzo o la cena, cada persona habla por su propio teléfono celular y documenta el encuentro en publicaciones instantáneas.

    La Sociedad del Espectáculo, teorizada a fines de la década de 1960 por Guy Debord, ya no es nueva, es lo trivial. Ya no se trata de los grandes medios, se ha convertido en una ideología pulverizada, en la que cada uno creaba su escenario y se confundía con el personaje.

    La necesidad de exposición y construcción intencional de una imagen creció hasta el punto en que parecía más importante que la vida misma. Y uno de los impactos más profundos de esta transformación social está en la forma en que nos relacionamos hoy.

    En las familias, el diálogo entre miembros también fue reemplazado por conversaciones paralelas en WhatsApp y redes sociales.

    La persona del otro lado de la red parece mucho más interesante. Por supuesto, lo que presenta es solo un recorte seleccionado para ser visto, escuchado y admirado. Por admirado, hoy en día, nos referimos a la cantidad de Me gusta recibidos.

    Presencia real para una conexión profunda
    Adriana Calvo / Pexels

    Las personas alrededor, dentro de la casa, están ahí completamente, con cualidades, pero también con muchos defectos, en la imperfección característica del ser humano. La vida real se compone de momentos de emoción, pero también de más momentos de aburrimiento y rutina.



    En estos días vi un video de uno de los gurús del marketing digital que decía que todas las personas deberían aprender a ser más atractivas y persuasivas para competir por la atención que el cónyuge dedica a los perfiles profesionales en Instagram.

    Y confieso que me asustó un poco pensar que, para poder hablar en interiores en un futuro no muy lejano, podría ser necesario entender la persuasión, la retención de la atención y el uso de disparadores mentales.

    Como madre, me asusta aún más saber que se puede descuidar el cuidado de millones de niños porque los padres están más ocupados con los "me gusta", las acciones compartidas y las charlas superficiales que con la formación de vínculos con sus propios hijos.

    Cada vez es más común presenciar a una madre amamantando con los ojos vidriosos sobre su celular, en lugar de mirar a su propio bebé, ávida de acogida y mirada atenta.

    Presencia real para una conexión profunda
    William Fortunato / Pexels

    ¿Qué está aprendiendo este niño diariamente sobre su importancia? ¿Sobre el amor? ¿Sobre la empatía?

    Poco a poco, este mismo niño aprenderá a buscar la distracción de sus propios sentimientos en las pantallas electrónicas, alejándose de las emociones dolorosas, la ociosidad y otras experiencias necesarias para su desarrollo.

    Durante esta pandemia, muchos padres se dieron cuenta de que no soportan pasar todo el día con sus propios hijos. Incluso hubo un aumento en el número de agresiones contra mujeres y niños, así como un aumento en el uso de alcohol y drogas.

    Por eso, este texto es una invitación a repensar nuestras relaciones. Es un llamado a profundizar los lazos con quienes nos rodean, especialmente con los niños.

    Algunos de los pilares para iniciar este camino son: aceptación de uno mismo y de los demás, paciencia y disponibilidad.


    Sé que los problemas cotidianos muchas veces nos envuelven, pero también es necesario pensar en el largo plazo.


    ¿Qué hijos piensas dejar al mundo?

    ¿De qué humanidad quieres ser parte?

    Solo cuando nos hacemos conscientes podemos elegir de manera diferente.

    • Fortalecer el vínculo entre padres e hijos
    • Descubre cómo cultivar una relación sana
    • Identificar los signos de una relación abusiva
    • Fortalece la conexión en tu relación siguiendo cuatro pilares

    Haz el ejercicio de ver el mundo a través del lente de tus allegados. Darse cuenta de lo que esa persona necesita. Date cuenta de lo que tus hijos quieren comunicar.

    Escúchate más, date cuenta qué en realidad tanta conectividad te trae de positivo y qué impactos negativos ya están presentes en tu vida.

    ¿Qué conexiones reales extrañas?

    ¿Qué sentimientos necesitan ser mirados e integrados para que puedas sentirte completo?

    Una nueva humanidad se formará cuando seamos capaces de amarnos, de estar presentes, de relacionarnos en intercambios equilibrados, guiados por la contribución.

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