Una de las actividades que más atención, concentración y cuidado requiere para ser realizada es el yoga; técnica milenaria proveniente de la India, que data de más de 2500. Sin embargo, historiadores y arqueólogos afirman que su origen se pierde en el tiempo, y registros encontrados en esteatita mostraban figuras que recuerdan esta práctica que encanta a personas de todo el mundo.
La lista que conforma los beneficios del yoga es amplísima, pues, además de ofrecer resistencia al cuerpo, también aporta mejoras en la mente. Es un encuentro de mejoras que se interconectan y provocan una poderosa transformación en el individuo. Estos son algunos ejemplos de cómo puede ayudar:
- Reducción de estrés;
– Ayuda a perder peso (lo creas o no);
– Mejora el rendimiento sexual;
– Mejora la calidad del sueño;
– Mejora la concentración;
– Ayuda a la memoria;
– El alumno tiene autoestima.
Y estas son solo algunas de las razones por las que el yoga tiene una gran demanda. Sin embargo, para aquellos que sufren el síndrome de “todo tiene que ser perfecto” y que llevan este lema con hierro y fuego allá donde se metan, puede resultarles difícil ver y comprender las ventajas y mejoras que aporta el método. El camino predicado por él sigue otra curva y, por esta falsa concepción, a cambio sólo tendrás frustración y desánimo.
La propuesta del yoga pretende alinear nuestra conciencia con el cuerpo, con el espíritu, con el alma, con lo social y con los diferentes polos, creando así una sensación de bienestar donde quiera que estemos. Se produce la armonía y todo comienza a adquirir otras proporciones que conducen al conocimiento, la claridad mental, la pacificación y aceptación de lo diferente y una conexión completamente conectada con el todo, con el ser.
Relajarse, observar el movimiento en silencio, prestar atención a lo que se está haciendo y disfrutar del ahora son algunos de los enfoques incluidos en los ejercicios de respiración y asanas (las posturas). Al principio, este tipo de posiciones pueden parecer difíciles, y con el tiempo, ambas empiezan a presentar un poco más de dificultad a la hora de realizarlas. Sin embargo, no hay razón para desesperarse, especialmente para aquellos que encajan en el perfil perfeccionista.
Tenga en cuenta que este no es un concurso de quién es mejor posando, sino una forma valiosa de encontrar el equilibrio en medio de las tribulaciones del mundo. Puedes utilizar la meditación como medida para minimizar y eliminar de una vez por todas la idea de que todo tiene que salir en orden y bonito hasta en los más mínimos detalles. Respira hondo, busca la paz en tu corazón y sé ligero. No permita que una pequeña situación se agrande en su viaje y lo desvíe de su ruta. Haga las cosas a su propio tiempo, a su propio ritmo, de forma gratuita y ligera.
Escrito por Juliana Alves del equipo Eu Sem Fronteiras.
