Últimamente hemos visto noticias de muerte, terrorismo, calamidades, sufrimiento sin fin. El mundo está enfermo y ojo por ojo y diente por diente terminará destruyéndonos.
Cuando Jesús dijo, "pon la otra mejilla", no quiso decir que cuando somos atacados debemos volver la cara para ser atacados nuevamente. Lo que nos transmitió es que debemos ser mejores que los que nos atacan, porque si actuamos de la misma manera, ¿qué tendremos diferente a él?
Pero lamentablemente estamos actuando como agresores, ¿y sabes cómo? Cuando miramos todo esto y nos alimentamos del odio, de la rebelión, de la ira, del desprecio, de la incomprensión.
No olvidemos que todos estamos conectados por nuestra energía y lo que enviamos al Universo es captado por este y nos lo devuelve. ¿Cómo es nuestro pensamiento? ¿Qué tipo de energía estamos donando a nuestro planeta? ¿Cuál es nuestra parte en este caos que estamos viviendo?
Cuando actuamos con egoísmo, soberbia, soberbia, soberbia, estamos cultivando este mal. Cuando decimos palabras duras sin importarnos el otro, cuando humillamos a alguien, cuando despreciamos, contribuimos al mal. Cada mala semilla que plantemos en este mundo será cosechada con dolor y sufrimiento.
Cuando perdemos la oportunidad de ayudar a alguien, enfocados solo en nosotros mismos, cuando negamos una sonrisa, una mirada, estamos cultivando este mal. Cuando estamos en relaciones que se basan sólo en la ganancia y sin amor, cuando juzgamos, cuando no respetamos al otro, cuando no nos aceptamos como imperfectos, también cultivamos el mal en el mundo.
Que tal si empezamos hoy a cambiar nuestro mundo, haciendo nuestra parte.
En lugar de centrarnos en la crisis, en la desgracia, en el terror, en la muerte, pongámonos en oración por el bien, por la paz, por la esperanza, por la vida. Seamos fieles en lo poco que tenemos y así, juntos, haremos llegar las energías positivas a los lugares más necesitados.
Criticar siempre es más fácil que mirar hacia adentro. Reflexiona sobre lo que estás haciendo por tu vida, por la vida de los demás y por nuestro planeta. Es hora de dejar de señalar con el dedo, acusar y conectar con la única forma de transformarse para siempre: el amor.
