Una niña que tiene una sandalia vieja y la vende en un sitio web de artículos usados.

    En este mundo, hay lugar para todos. Hay un lugar reservado para cada idea loca o texto sin sentido. Es cierto que hay una línea en blanco o un cuaderno sin líneas esperando que alguien lo escriba. ¡Es verdad!

    Incluso yo lo dudo a veces.

    Pero toda canción siempre encontrará a alguien que resuene con su ritmo y se alinee con sus pasos. Esta es una ley de vida mucho más profunda que el dicho “por cada descalzo siempre hay una zapatilla vieja”, porque no se trata de conformismo de adaptarte a lo que tienes para hoy. Sino asumir la posibilidad de proveer realmente lo que falta. Si sientes que falta algo, es porque existe. ¿Me crees?



    Conocí a una chica rica que compró un par de sandalias caras por un precio que pocas personas podían pagar. Lo usé una vez, no me gustó. Lo vendió por internet a un precio que una niña pobre de la costa podría pagar. Una encontraba la paz de no tener en su poder y en su campo de visión un objeto de asco y pasado de moda; la otra encontró el par de sandalias más hermoso que jamás tuvo y que quedará grabado para siempre en su álbum de graduación.

    Dime cuál es la palabra mágica que hace que el hechizo suceda, porque no sé, solo sé que existe.

    Una niña que tiene una sandalia vieja y la vende en un sitio web de artículos usados.

    La niña rica, en su inexplicable anhelo, compró 14 pares más de sandalias hasta que decidió, descontenta, que lo que realmente quería era una zapatilla bien cocida. Se venden todos los pares menos uno. Debutó el tenis sacando a pasear al perro. Ese día conoció a una amiga que le presentó a otra chica y esta chica le presentó a un chico que era hermano de un hombre que, como descubrió en el futuro, se convertiría en el gran amor de su vida.



    La pobre niña puso sus sandalias y sus adornos para el cabello en una caja y nunca más los usó. Con el tiempo, las pedrería de los accesorios perdieron su brillo, pero las sandalias quedaron intactas, salvo la extrañeza de mirarlas después de tantas modas con diversas variedades de tacones que surgieron después. Esta chica no compra tantos zapatos porque prefiere andar sin ellos, con poca ropa, a la orilla del mar. Ha tenido muchos grandes amores y sabe que si arroja al mar su deseo con el corazón en paz, Yemanjá enviará otro amor de alguna parte, así como envió los zapatos adecuados.


    Ella nunca sabrá que sus sandalias son historia, pero tal vez descubra que bromeo con Yemanjá todos los días para llevarme a donde está.


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