Regando vida y alma!

    Siempre me ha apasionado la tierra, las plantas, las flores y uno de los pensamientos que siempre ha estado presente en mi mente fue:

    “Vaya, cuánto amor le hace falta a una persona para prescindir de la 'comodidad' de vivir en ciudades y vivir en regiones agrícolas y sembrar para gente que no sabe los frutos que cosechará, pero no comerá. Esto es en sí mismo un principio de colectividad”. 

    Regando vida y alma!

    Pensé en todo el trabajo bajo diferentes condiciones, tales como: lluvia, sol, escasez de agua, terreno escarpado, etc.. Cuanta dedicación a sembrar y servir a los demás. Si bien la actividad agrícola es rentable, es una actividad que exige amor y mucha dedicación.



    Jugar con la tierra es una terapia para mí. una meditación Mientras estoy con las plantas, estoy presente, imagino todo lo involucrado desde la creación de esa planta en específico hasta las propiedades que puede ofrecer a nuestra salud física y emocional. Proyecto el futuro de esta plántula que se convertirá en planta. O, cuántico, colapsa tu futuro. me encanta el verde! Estar en contacto con la tierra me recuerda el placer más simple, puro y rudimentario que puede tener un ser: estar en contacto con la naturaleza, con la madre de toda vida. Me tranquiliza, me enseña sobre la paciencia y la espera. Un capullo necesita tiempo para florecer y crecer. Necesita luz todas las mañanas. Es necesario comprender y respetar los tiempos de cada etapa, algo que pocas veces hacemos con nuestra propia vida. Tenemos mucho que aprender del cultivo de plantas.

    Regando vida y alma!

    No hace mucho decidí poner en práctica un viejo proyecto que pospuse y no sé ni por qué. Todo parecía muy complicado: tierra, jardinera, manta bidim, arcilla expandida, regar todos los días, abonar, etc… ¡Pura procrastinación! Allí compré el material y, en un solo fin de semana, colgué los maceteros, monté las macetas y ahí estaban: albahaca, perejil, cebollino, menta y romero, todo sembrado. Poco a poco voy ampliando la variedad de especias y hierbas. Algunos funcionaron, otros no, pero me quedo con la idea.

    He hecho muchos platos con mi cebollino (olor a casa de la abuela), mucha salsa con la albahaca (olor a alegría), jugos con menta y achicoria salteada (el higado te lo agradece)… Próximamente tendremos piña, tomates cherry y lechuga.



    Regando vida y alma!

    En estos momentos veo como nos alejamos de nuestra esencia simple e ingenua, de tratar con la madre tierra de manera sencilla, amorosa, respetuosa y placentera. Cómo necesitamos pocas, verdaderas y pequeñas cosas para ser felices.



    ¡Cualquier rincón servirá! Una estantería, un biberón, un alféizar, un rayo de luz y muchas ganas de hacer algo diferente. ¡Intentalo! ¡Tu salud te lo agradecerá!

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