¿Qué son los pensamientos intrusivos y cómo combatirlos?

¿Qué son los pensamientos intrusivos y cómo combatirlos?

¿Sabes que ese pensamiento que te causa miedo, tristeza, ansiedad, angustia u otro sentimiento negativo, surge de la nada y parece no abandonarte, volviendo varias veces? Este es un pensamiento intrusivo, algo que puede ser muy malo para tu salud mental. ¡Así que es importante entender qué es!


¿Qué es el pensamiento intrusivo?

Los pensamientos intrusivos, como su nombre lo indica, son pensamientos no deseados, que surgen sin ser “invitados”, por eso son intrusos. A menudo son desagradables, angustiosos, estresantes e incluso agresivos o violentos. También es común que se repitan constantemente, alargando el sufrimiento.



A veces, estos pensamientos surgen de un desencadenante, como una conversación, una situación o incluso una película o una canción que los evoca. Pero también pueden surgir de la nada, como los muchos pensamientos que tenemos a lo largo del día.

Debido a la repetición e intensidad de esta situación, la persona que la padece puede incluso comenzar a volverse paranoica sobre los temas de estos pensamientos.

Finalmente, otra característica de los pensamientos intrusivos es que suelen predecir situaciones muy catastróficas y desagradables. Además, pueden representar lo contrario de lo que la persona quiere hacer (por ejemplo, meditar sobre un dolor y pensar en vengarse de alguien cuando en realidad solo quiere seguir adelante).

¿Los pensamientos intrusivos son corazonadas?

No. Independientemente de cuáles sean sus creencias y lo que piense acerca de su espiritualidad, no mezcle las cosas. Los pensamientos intrusivos son un trastorno psicológico y deben tratarse como tales.

Así que no creas que son presentimientos o presagios de que algo malo va a pasar. No son advertencias del subconsciente ni nada por el estilo, solo una situación psicológica incómoda con la que debemos lidiar.


Ejemplos de pensamientos intrusivos

No existen “tipos” de pensamientos intrusivos, pues varían según quienes seamos, nuestra experiencia de vida, nuestros miedos, angustias, traumas, etc. Así que los ejemplos pueden ser muchos.

Una persona, por ejemplo, que tiene miedo de hablar en público, puede sufrir mucho con pensamientos sobre situaciones embarazosas en las que puede meterse al tratar de comunicarse de esta manera.

Alguien que sufre de inseguridad puede sufrir mucho por imaginar traiciones e infidelidades de la pareja, incluso por imaginar y crear situaciones a causa de estos pensamientos intrusivos.


Una madre o un padre pueden preocuparse sobremanera por la seguridad de sus hijos, perjudicando su vida social, por ejemplo, al imaginarse siempre peligros a los que pueden estar sujetos.

Otro tipo común de pensamiento intrusivo es el de naturaleza sexual, especialmente aquellos que pueden producir vergüenza o que están relacionados con fantasías sexuales que no coinciden con las creencias, la orientación sexual y la realidad de la persona.

De todos modos, sean cuales sean estas divagaciones, dañan mucho la calidad de vida de una persona. El estrés, el miedo y la ansiedad pueden ser constantes, perturbando sus relaciones familiares, afectivas y de amistad y convirtiéndola en una persona insegura.

Pensamientos intrusivos y autoestima.

Otra forma en que actúan los pensamientos intrusivos es como una “voz” que afirma y reafirma distorsiones de la realidad que son muy malas para nuestra autoestima.

Una persona que no se ha desempeñado bien en una prueba, por ejemplo, puede pasar mucho tiempo escuchando esta voz que lo llama “estúpido”, “descalificado”, “no preparado”, etc.

En una relación amorosa, una persona insegura puede vivir buscando mil y una formas de corregir errores que ni siquiera cometió. O puedes imaginar a tu pareja dejándote por razones que ni siquiera existen fuera de tu cabeza.


Incluso la apariencia física puede verse afectada. Basta, por ejemplo, pensar que tal vez tengas sobrepeso para que cada mirada de otras personas o comentarios refuercen este pensamiento, lo que puede provocar enfermedades como la bulimia, la anorexia, entre otras.

Imagina que alguien se pasa todo el día humillándote, insultándote, maldiciéndote y diciendo malas palabras. Terrible, ¿verdad? Eso es lo que te haces a ti mismo cuando permites que los pensamientos intrusivos se apoderen de tu mente.


Pensamientos intrusivos y vergüenza.

Como los pensamientos intrusivos suelen desligarse de la realidad o “empeorar la realidad”, es común que la persona que los padece sienta vergüenza de hablar de ello.

Tiene miedo de ser juzgada, llamada loca, que su dolor disminuya y no sea comprendida, hablar y no ser escuchada o incluso ser humillada o ver a la otra persona reaccionar de manera horrorizada.

Es por eso que, como explicaremos más adelante, buscar psicoterapia es una buena forma de lidiar con los pensamientos intrusivos.

¿Quién tiene pensamientos intrusivos?

Todos podemos sufrir de pensamientos intrusivos. Dependiendo de nuestros traumas, miedos, nivel de estrés, situación actual -etc.-, pueden volverse frecuentes en nuestra rutina. Pero las personas que tienen una sensibilidad más acentuada, que son más ansiosas, pesimistas y deprimidas pueden sufrir más.

Entre las enfermedades que pueden favorecer los pensamientos intrusivos se encuentran la depresión, el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno de estrés postraumático (TEPT), así como los trastornos alimentarios.

Cómo lidiar con los pensamientos intrusivos

  1. Terapia

Los pensamientos intrusivos no son solo molestos. Pueden desencadenar trastornos psicológicos así como ser síntomas de estos trastornos. Además, aunque no se conviertan en enfermedades, provocan que la calidad de vida baje mucho y el nivel de estrés aumente.


Así que, antes de que te "traguen" ellos, o si sientes que lo han hecho, buscar terapia es fundamental para seguir adelante y solucionar este problema, antes de que se haga más grande que tú. Con un psicólogo, no tendrás que avergonzarte de estos pensamientos y estarás guiado, animado y acompañado.

  1. escribir el pensamiento

¿Alguna vez has tenido la sensación de esperar mucho tiempo a que algo suceda o veas algo, pero cuando llega el momento, te decepcionas al ver que no era todo lo que imaginabas? Esta frustración puede usarse como un activo cuando se trata de pensamientos intrusivos.

Digamos que estás imaginando mil y una escenas de tu pareja besándose con su mejor amigo, a pesar de nunca haber encontrado ninguna evidencia de que eso sucediera.

Al escribir en un papel “mi novio/esposo me engaña con su mejor amigo”, te darás cuenta de cómo este pensamiento intrusivo puede sonar ridículo y completamente fuera de contacto con la realidad y la relación de tu novio/esposo con este amigo y contigo. . . Convirtiendo ese pensamiento en algo “concreto”, aunque sean palabras, quedará claro lo absurdo que es.

  1. Habla con ese pensamiento

Imagina que un compañero de trabajo se te acerca al oído y te susurra: "Creo que te van a despedir". Básicamente, tiene dos opciones aquí: la primera es escuchar en silencio y comenzar a meditar sobre su miedo y repensar su comportamiento para comprender por qué sucede esto.

La segunda opción es escuchar a este colega y preguntar: “¿Ah, sí? ¿Quien te dijo? ¿Puedes decirme porque?". Cuando no hay diálogo, hay muchos huecos para malentendidos, ¿no?

Volviendo al ejemplo, el compañero puede responder: “Nadie me dijo nada, y es extraño porque has estado haciendo bien tus tareas. Pero los resultados han bajado y creo que el equipo puede cambiar”. ¿Ves cómo no tuvo nada que ver contigo específicamente? Este diálogo evitó muchos sufrimientos.

Así que cuando surja un pensamiento intrusivo, háblale. Cuestiona sus motivos, sus raíces, de dónde viene, qué heridas toca, por qué duele, qué puedes hacer o si no puedes hacer nada.

  1. aceptar el pensamiento

Volviendo a la última frase del tema anterior, hay un dicho que dice: “Lo que no se puede solucionar, se soluciona”. Es decir, si no podemos hacer nada para solucionar un problema, ¿por qué perder el tiempo en ello?

Y así es como debemos lidiar con los pensamientos intrusivos que se niegan a irse o que no nos permiten movernos para resolver. Un ejemplo: “Nunca encontraré la pareja adecuada, tendré una relación sana y me casaré”.

No hay nada que pueda asegurarte de que esto es verdad o mentira, ¿o sí? Sólo vivir la vida traerá esa respuesta. Entonces, en lugar de detenerte en ese pensamiento, tratando de entender por qué no "mereces" esta relación, qué debes hacer para "merecer", etc., simplemente acepta que no tienes control sobre ella.

La mayoría de los pensamientos intrusivos exigen acción; por lo tanto, nos causan ansiedad. Aceptar su existencia y que no hay nada que se pueda hacer contra ellos puede curarnos. Es como ver películas de terror: a primera vista, da mucho miedo. Pero, después de unas 15 películas ya vistas, es más difícil tener miedo, ¿no?

  1. ir en la otra dirección

¿Los pensamientos están causando miedo, ansiedad, angustia y tristeza? ¿Qué tal apuntar en otra dirección? Trate de pensar en cosas que le traigan positividad, esperanza, alegría y optimismo.

Y no tiene que tener nada que ver con el pensamiento intrusivo. Si piensas, por ejemplo: “Nunca podré llegar al peso que quiero” y lo repites infinidad de veces, entonces puedes redirigir y pensar algo como: “¿Qué hay de esa vez que me fue muy bien en esa prueba que ¿Pensaba que me iba a vencer?”.

Recordar esto traerá alegría y esperanza. Indirectamente, estás reforzando que puedes lograr tus objetivos.

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Si pensar definitivamente no funciona, puedes intentar hacer algo: ese pasatiempo tuyo favorito, ocupar tu cabeza con un libro, una película o una serie, salir con alguien para hablar y distraerte, simplemente hacer zapping en las redes sociales... cualquier cosa que te distraiga de estos pensamientos servirá.

Ahora que has entendido todo sobre los pensamientos intrusivos, ya sabes los riesgos que conllevan y qué hacer para combatirlos, pudiendo así evitar que se apoderen de ti. ¡No dejes que estos pensamientos distorsionados controlen tu vida!

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