La depresión no ve clase social, raza, religión o credo. Cualquier individuo, independientemente de su condición, es susceptible de verse afectado por este trastorno tan perjudicial para el desarrollo humano.
Es una enfermedad extremadamente grave, pero desafortunadamente, muy común. Según datos de una encuesta realizada el 23 de febrero de 2017 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión aumentó un 18% en la aparición de casos en unos 10 años, de 2005 a 2015.
Se estima que 322 millones de personas en el mundo padecen esta enfermedad -blancos, negros, morenos, jóvenes, ancianos, ricos o pobres- y España lidera el ranking de la OMS como el paÃs más ansioso y deprimido del mundo.
Entre las posibles causas, existe una peligrosa combinación de factores psicológicos, como estrés y estrés postraumático, inseguridades y traumas; y biológica, ya que un estudio realizado por más de 200 cientÃficos de todo el mundo el 28 de abril de 2018 contribuyó al descubrimiento de la herencia de la depresión; además de los externos, los cuales son señalados como probables modificadores de las funciones cerebrales, resultando en la aparición de la enfermedad. Por tanto, la relación del individuo con el mundo que le rodea puede ser un desencadenante del desarrollo o empeoramiento del trastorno depresivo.
Los sÃntomas de la depresión pueden parecer poco claros de identificar, ya que el estado psicológico puede confundirse con una melancolÃa después de un evento determinado. Para estar seguro si tiene este trastorno, esté atento a los signos y busque un psiquiatra. ¡Nunca estarás solo!
Los sÃntomas
La crueldad de la enfermedad está en la forma en que afecta no solo lo fÃsico o lo psicológico, sino también los pensamientos y las ideologÃas, tergiversándolos. Entre los sÃntomas más comunes se encuentran la falta de perspectiva sobre el futuro, la pérdida de interés en las tareas y pasatiempos cotidianos y un sentimiento persistente de profunda tristeza.
También se nota un cambio en factores corporales, como insomnio o sueño excesivo, apetito desregulado (sensación constante o sin ganas de comer), falta de concentración y baja autoestima.
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El depresivo acaba convirtiéndose en alguien con poca energÃa, sin mucha disposición para cumplir desde tareas placenteras hasta las más sencillas y, en muchos casos, puede presentar conductas suicidas, atentando contra su propia vida.
Su estado de ánimo se ve completamente afectado y las variaciones constantes no son infrecuentes. Los sentimientos constantes de culpa, desesperanza, pesimismo o inutilidad pueden aparecer en combinación con dolores de cabeza y cambios de peso.
Es de fundamental importancia consultar a un psicólogo, psiquiatra y/o psicoanalista, para que su caso sea definido y evaluado y el tratamiento se desarrolle de la manera correcta. Recuerde que, pase lo que pase, la depresión es una enfermedad y es curable.
El Centro de Valoración de la Vida (CVV) es una de las instancias que ayudan a combatir la depresión y el suicidio derivados de ella. Asà que, si te sientes desolado o desamparado, accede a la web o llama al 144. ¡Te atenderán voluntarios formados, que sólo conspiran para tu mejora!