Preparémonos para el nuevo mañana

    Nada es casual, nada es inexplicable. A pesar de nuestro progreso, tanto en la ciencia como en la espiritualidad, queda mucho por aprender. Los momentos actuales nos muestran que el ser humano está descubriendo sobre sí mismo y sobre su realidad, cuestiones que hasta entonces eran secundarias.

    Centrándonos en la persona y su contexto vital, el ejercicio de mirar a la colectividad en la que participamos, con una mirada más atenta, nos pone en confrontación con conceptos radicalizados, induciéndonos a percibirnos como simples mortales.



    Sin embargo, dejamos esta comprensión para más adelante y cambiamos nuestra atención a la esperanza contenida en una vacuna, pero el mensaje es fuerte y debemos interiorizarlo.

    Los religiosos de buena fe se postran en oración, los más iluminados piden por la humanidad, los menos se preocupan por sí mismos, los espiritistas comprenden el momento y los indiferentes y los de mala fe pierden esta preciosa oportunidad de progreso interior.

    Preparémonos para el nuevo mañana
    August de Richelieu / Pexels

    Las naciones cierran fronteras, las grandes economías se tambalean, las corporaciones multinacionales se reducen, los ricos acuden en ayuda de los menos afortunados, los líderes son inseguros, la gente deja de mirar escaparates para mirarse a sí misma. Es el cambio hacia el amanecer espiritual lo que nos llama, no con la expectativa de una vacuna sino con la perspectiva de un nuevo mañana. Todavía hay tiempo para vestirnos con nuestras mejores ropas para este futuro sin expiación y prueba.

    Una pareja y sus tres hijos pequeños van un fin de semana a un picnic junto a una cascada lejana.

    Allí entran al agua, juegan al volante, ruedan por la hierba, etc.

    Al final del día regresan y, estando en la ciudad, el más joven quiere agua, tiene sed.


    Preparémonos para el nuevo mañana
    Ketut Subiyanto / Pexels

    Más adelante, el padre detiene el auto frente a dos establecimientos, uno de los cuales es un restaurante de cinco estrellas, bien iluminado, portero uniformado, encargado del garaje y amables meseros.


    El otro, una cafetería sencilla, con el dueño atendiendo a los clientes de pie a ambos lados del mostrador.

    Sin pensarlo más, entra en ese segundo y compra la botella de agua, obviamente sucia como estaba…

    El tiempo pasa, los niños ya están en la adolescencia. Él, el padre, es ascendido a un alto cargo en la empresa para la que trabaja.

    La familia está jubilosa y el sábado siguiente se preparan para celebrar, no con una simple cena sino con un festín. Se bajan y paran justo enfrente de esos dos establecimientos.

    Como antes, sin pensarlo más, entran en el restaurante más refinado.

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    En esta historia, la modesta cafetería simboliza nuestro tiempo actual, el restaurante el tiempo por venir. Los que estén espiritualmente mal vestidos elegirán la cafetería, los que estén preparados para la fiesta entrarán al restaurante.

    Las imperfecciones de pensar, sentir y actuar proceden en sentido contrario a la ley de justicia proveniente del Creador, manchándonos como espíritus.

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    Combinando esta información con la adversidad actual, que entiendo propicia, muestro que no debe desaprovecharse esta ocasión favorable, porque no surgirá otra.

    Preparémonos para la fiesta con la práctica silenciosa, consciente, natural y diaria de buenos pensamientos, palabras y obras.

    Gracias por escucharme.

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