A veces estamos tan perdidos y preocupados por nuestros problemas que lo único que nos gustaría escuchar son unas palabras de consuelo y esperanza.
Si estás pasando por un momento difícil en tu vida, estas son algunas de esas palabras. Créeme: por más dolorosa que sea tu situación, te prepara para situaciones mejores. Como mínimo, su situación desafiante lo prepara para convertirse en una persona con antecedentes más elaborados. Es en los errores y pérdidas que podemos entender qué no hacer y qué debe ser una prioridad en nuestras vidas. Es en los grandes desafíos que nos damos cuenta de que las preocupaciones menores son absolutamente innecesarias.
Deja la resistencia a un lado; aceptar los desafíos y ver qué se puede extraer de ellos. ¿Es un limón? Haz limonada con él. Y si no puedes, intenta al menos hacer un agua con sabor. Sí, no siempre podemos transmutar nuestros problemas hasta el punto de convertirlos en limonada, pero el agua saborizada, eso es perfectamente posible.
Aceptar no significa estar de acuerdo con lo que ha pasado o está pasando. Aceptar es dejar de resistir, es entender que las situaciones existen y que es necesario estar preparados para lo nuevo. Preparados para cosas mejores, para la llegada de soluciones, para la llegada de experiencias más benévolas. Aceptar es extraer lo que la experiencia ha aportado y seguir adelante.
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Confía en la vida, confía en ti mismo y entrégate. Deja ir las preocupaciones, los arrepentimientos y libérate del miedo. Eleva tus pensamientos y ellos pueden elevar tus emociones y sentimientos. De hecho, estos últimos son los verdaderos co-creadores de nuestra realidad, no simplemente la “fuerza de nuestro pensamiento”.
Finalmente, que tus desafíos actuales sean pasos hacia una percepción superior de tu propia vida y que esta percepción te ayude en tu expansión de conciencia, que es capaz de traerte paz interior. Respira profundo, acepta, agradece, relájate, ten fe y esperanza. Esta es la mejor receta para seguir adelante y superar nuestros desafíos.
