Meditación y superación del miedo.

    El miedo excesivo es un sentimiento que nos paraliza. Desorganiza nuestros pensamientos, nos impide analizar la realidad, debilita nuestra capacidad de reflexión, dificulta nuestra socialización, debilita nuestra confianza, dificulta nuestras decisiones.

    Durante muchos años sufrí de trastorno de pánico. De repente, sin razón aparente, una sensación de muerte cercana invadió mi espacio interior y me hizo pedir ayuda a alguien cercano a mí. Tenía miedo de conducir, miedo de estar solo en la casa, además del miedo terrible de morir, claro. Como la situación se volvió insoportable, comencé un tratamiento con medicamentos y sesiones de psicoterapia. Pero ella seguía muy insegura y sufriendo los efectos de las drogas psicotrópicas.



    Un día, me enteré de un libro de un autor de Maranhão, cuyo nombre ahora no recuerdo. Me llamó la atención el título: “Yoga para el trastorno de pánico”. Me dediqué a leerlo y practicar sus pautas, que se centraban en el ejercicio de respiración. En ese momento, comencé mi proceso de curación. Hice otras lecturas y comencé a asistir a clases regulares de Yoga. Considerando mi creciente interés en el tema, decidí tomar un curso de instructor de Yoga. Este curso cubría principalmente las posturas de Hatha Yoga, pero me ayudó mucho a controlar las sensaciones desagradables que provoca el pánico.

    Recuerdo este episodio de mi vida con la intención de invitar al lector a reflexionar conmigo sobre el difícil momento que atraviesa el mundo entero. Actualmente, el miedo a morir preocupa y muchas veces enferma a personas de todos los niveles sociales que viven en cualquier parte del planeta. Es cierto que este miedo forma parte de la vida humana, en todo momento, a veces de forma beneficiosa. Hace millones de años, por ejemplo, el hombre ya vivía en cuevas, vestía la piel de los animales que cazaba como alimento y, mucho tiempo después, descubrió el fuego. Todo ello en la lucha por la supervivencia.



    En diferentes momentos de su evolución, el hombre siempre ha temido a la muerte, aunque oculto en la manifestación de otros miedos: miedo a la furia y castigo de los dioses, miedo a los animales salvajes, miedo a los fenómenos naturales, miedo a las enfermedades contagiosas, miedo a los horrores. de la guerra, el miedo a los ataques terroristas, el miedo a lo desconocido, a los propios compañeros. Es necesario admitir que el miedo es parte de la condición humana, por lo que debemos entender que es una reacción natural ante el peligro inminente. Sin embargo, el mundo contemporáneo, debido a una combinación de factores sociales, culturales, económicos e ideológicos, ha favorecido la aparición de miedos extremos, fuera de control y obsesivos, que se caracterizan como fobias.

    Las fobias son alimentadas por ideas y comportamientos pesimistas sobre todo y todos. La mente de una persona fóbica está llena de pensamientos trágicos, tristes y angustiosos. Tales pensamientos llevan a esta persona al aislamiento social, irritabilidad y baja autoestima. Es por eso que la ayuda de un psicoterapeuta es de suma importancia. Pero no menos importante es el autocuidado, que comprende una diversidad de prácticas que nutren actitudes de autoconocimiento y amor propio desde la perspectiva del bienestar físico, mental, emocional y espiritual. La meditación es tal práctica.

    Meditación y superación del miedo.
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    Desafortunadamente, el Yoga ha perdido muchas de sus características originales. La India antigua se preocupaba por la integridad moral y espiritual del ser humano. En este sentido, el Yoga se practicaba como una filosofía de vida cuyo fin era la trascendencia del yo y la unión con el Ser Absoluto. En Occidente, la práctica del Yoga se ha centrado en las asanas, posturas que aportan vigor físico y belleza corporal. La práctica de la meditación como forma de liberación espiritual pasó a un segundo plano. La cultura de valorar el cuerpo y la apariencia física es alimentada por la sociedad de consumo, especialmente en la época contemporánea.



    Muchas personas son incapaces de hacer Yoga y, principalmente, de practicar la meditación por el motivo de que no pueden concentrarse en los movimientos y calmar los pensamientos. Este argumento revela cuán beneficioso sería para ellos experimentar una práctica de esta naturaleza. Viven en un mundo ajetreado, sufren de ansiedad, estrés, miedo, angustia existencial y se enferman muy a menudo, tomando demasiados medicamentos. Estas personas buscan resultados inmediatos que en realidad son transitorios.

    Avicena, médico y probablemente el filósofo más importante de la tradición islámica, dijo que “la imaginación es la mitad de la enfermedad, la tranquilidad es la mitad de la medicina y la paciencia es el primer paso hacia la curación”. A través de este aforismo, el filósofo destaca el poder de la imaginación del sujeto en la elaboración de la explicación sobre su estado de salud, la importancia de la tranquilidad para superar los síntomas típicos de una enfermedad y la necesidad de cultivar la paciencia en el proceso de curación. Este comportamiento presupone el acceso y desarrollo de nuestra tecnología interna, es decir, las herramientas para la sanación y autogestión de nuestras emociones y sentimientos.

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    La meditación juega un papel muy importante en nuestro camino de autoconocimiento, en el desarrollo de nuestra intuición y creatividad, en la autogestión de nuestras experiencias interiores, en nuestra relación con el mundo y con las demás personas. Favorece el silencio interior, que proporciona autoconocimiento, confianza en uno mismo, iluminación y sabiduría. El miedo surge cuando valoramos más la realidad exterior a nosotros y nos olvidamos de nuestra fuerza interior. Esta fuerza nos da vitalidad y nos hace proactivos. Cultivar el silencio interior no es fácil. Tenemos muchas voces en la cabeza, que no siempre son nuestras voces: son las voces de nuestros padres, de nuestros maestros, de las personas con las que convivimos en nuestro día a día, son voces de ayer y de hoy, de aquí y de otros lugares. . La mayoría de las veces son voces que provocan, que juzgan, que critican, que desorientan... Tenemos que aprender a silenciarlas, tenemos que aprender a escuchar nuestro silencio.



    La práctica pedagógica de la meditación posibilita mejorar nuestra experiencia de vida, superar todos los condicionamientos mentales que nosotros mismos creamos al vivir los acontecimientos externos. Somos nuestros pensamientos. Entonces, ¿por qué no cultivamos pensamientos que transformen nuestra vida para mejor, que nos traigan bienestar, felicidad, salud, tranquilidad y paz? ¿Por qué cultivamos tantos miedos creados por nuestra mente? Después de todo, ¿qué es lo que realmente queremos para nuestra vida? ¡Enfréntate al maravilloso desafío de meditar!

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