La adicción es del alma

El Espíritu, antes de reencarnar, elige por atracción y afinidades el ambiente donde va a nacer. Reflexiona y repara sus debilidades, sus dificultades, preparándose para luego volver a la materia, al cuerpo de carne, donde buscará fortalecerse y hacer conquistas, para progresar en aquella situación en que tiene la dificultad que está fuera de sí. control.

Nos referimos a una mala pasión, que es la exacerbación de una necesidad, de un sentimiento que el Espíritu se descontroló en algún momento de la reencarnación, donde ahora vuelve a aprender a lidiar con esa fragilidad, a la que llamará tentación. Será junto a sus Guías y Mentores que combinarán el mejor entorno familiar y social para exponerse a esa situación, a su “tentación”.



El Espíritu, pues, vuelve decidido, con firme voluntad de progreso, y se expone a la tentación para tener el mérito de la resistencia. Ejemplos: para superar la práctica del hurto y del robo, buscará un ambiente en el que estas prácticas sean comunes, convivirá con esas personas y no se dejará influenciar.

En todas las situaciones, siempre buscará superar lo que lo motiva negativamente, como beber, fumar y cualquier otra compulsión. Mientras el Espíritu pasa por pruebas de este tipo, es porque su lección aún no ha sido completada, y todavía necesita hacer varias fijaciones sobre ese tema, hasta que haya una conquista completa.

Notamos que en muchos casos el guía no aconseja esa incursión, al darse cuenta de que su pupilo aún no está lo suficientemente preparado, aún no tiene la resistencia necesaria, pero insiste, porque en realidad quiere volver a ponerse en contacto con esa situación que da placer.

Dios no le pone a nadie una prueba que no pueda soportar. Todos tienen libertad, lo que más falta es la voluntad, esta es individual. Sabemos que con fuerza de voluntad no existen tendencias viciosas insuperables, lo que sucede es que muchas veces la adicción nos sigue dando placer y, por tanto, no hacemos los esfuerzos necesarios para domar la mala pasión.



“El arrastre existe; pero no es irresistible.”

(Libro de los espíritus)

El entorno influye, pero no es determinante. La adicción es del alma., cuando el Espíritu ya tiene conquista moral, vive en cualquier ambiente. No está hecho por el entorno, es él quien hace cambiar el entorno, a través de su ejemplo.

La adicción es del alma

¿Cuántos espíritus conocemos que vivieron dentro de una atmósfera viciosa y que tuvieron la fuerza para resistir y ejercieron una influencia benéfica en su grupo de actuación? No debemos estar a merced de influencias como una hoja seca en el aire, o utilizar un parámetro ajeno que no es el modelo perfecto, o una moda social, por pereza o falta de valores internos.

Lo mejor que se puede hacer es aprender a pensar, a elegir, a reflexionar y, así, a construir nuestro propio código de valores morales, que se fundamente y fundamente, teniendo como estandarte a Jesús (el modelo perfecto).

Así, de esta forma, según nuestra capacidad evolutiva, iremos mejorando cada vez más nuestra comprensión de las Leyes de Dios. Por eso, sabemos que las tentaciones son pruebas en nuestra vida, que pedimos antes de reencarnar para poner a prueba nuestra resistencia para obtener el mérito de un logro más.

Sabemos que aparecerán las piedras en el camino, pero que nunca estaremos solos en esta lucha. Y que la batalla más grande es la que libramos a diario con nosotros mismos, con nuestro lado más oscuro. Seguimos siendo nuestros mayores oponentes que necesitamos reeducar en el bien.

Sabemos la importancia de conocer cada vez más las Leyes de Dios, para aprender mejor a distinguir el bien del mal, y que Jesús es el Maestro, el modelo perfecto para guiarnos.

Tenemos el conocimiento de la Doctrina Espírita que nos consuela y educa para fortalecer nuestras buenas voluntades, y contamos siempre con la protección espiritual que nunca nos ha abandonado y estará siempre, si queremos, a nuestro lado, fortaleciéndonos y animándonos a continuar, siempre hacia adelante y hacia arriba.



Seamos humildes y busquemos la ayuda necesaria. Busquemos a Jesús para que nos ayude a vencer todas las tentaciones que aún llevamos en el corazón ya desarrollar todo el bien que está latente en nuestro ser.


Mucha paz a nuestros corazones.

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