Estudios de Cabalá – Vaetchanan

    Estudios de Cabalá – Vaetchanan

    Semana 45 – Vaetchanan


    Deuteronomio 3:23-7:11 

    118 versos

    Moisés, a orillas del río Jordán, rogó al Eterno que entrara en la Tierra Prometida, junto con su pueblo, al que guió durante 40 años en el desierto. El Eterno no lo permitió, pero Moisés fue llevado a la cima de una montaña para que observara dónde sería el nuevo hogar de los israelitas, quienes eran guiados por Josué.

    "Y supliqué al Eterno en ese momento, diciendo: Déjame pasar, te lo ruego". (Deuteronomio 3:23)



    Según la Cabalá, el Eterno no permitió que Moisés entrara en la Tierra Prometida, ya que no cumplió una orden en el desierto, en la extracción de agua de una roca. En un sentido más profundo, el pueblo israelita no estaba espiritualmente preparado para presenciar tal milagro de ver salir agua de una roca, además de ser guiado por Moisés a su nuevo hogar.

    Es decir, solo podemos ver milagros que estamos preparados para presenciar. Los milagros son del tamaño de nuestra fe y visión espiritual.

    Moisés reza 515 veces para entrar en la Tierra Prometida. ¿Cuántas veces oramos para que el Eterno escuche nuestra voz?

    “Y ahora, oh Israel, escucha los estatutos y juicios que yo te enseño a hacer, para que vivas, y entres y heredes la tierra que el Señor, el Dios de tus padres, te da”. (Deuteronomio 4:1)

    Después de presenciar milagros en nuestra vida, tendemos a olvidar las obras, volviendo a un estado de abandono espiritual. Para que no nos pase nada malo, siempre debemos recordar quién nos sacó de la esclavitud y nos hizo libres. Debemos llevar los estatutos divinos en el corazón para cumplirlos.

    Espiritualmente hablando, es fácil descuidar nuestro trabajo espiritual cuando todo está bien. Nos olvidamos de Dios, por varias razones y distracciones. Ponemos buenas excusas para no estar interesados ​​en los estudios de Torá y muchos pueden no reconocer al único Dios.


    En este pasaje, Moisés repite el decálogo (10 Mandamientos o Pronunciamientos), como una forma de que llevemos en el corazón las palabras que nos guían a una vida en plenitud. (Deuteronomio 5:6)

    Fácilmente olvidamos lo que nos condujo a una excelente condición de vida, cayendo en las más variadas trampas y tentaciones de la vida ilusoria que nos acompaña.


    “¡Escucha, Israel! ¡El Eterno es nuestro Dios, el Eterno es uno!” (Deuteronomio 6:4)

    He aquí el famoso pronunciamiento que hace todo israelita (Shema Israel), para traer a su corazón la certeza de que hay un solo Dios. Todo viene de Dios, pon toda tu confianza y toda tu fe sólo en Él.



    Dedíquense a estudiar y practicar la verdad del Eterno, para que vivan y no mueran.

    ¡Shavua Tov!

    ¡Una gran semana para todos!

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