El hombre interior – de Zulma Reyo

Género, esencia y personalidad

En épocas pasadas, la necesidad espiritual y evolutiva era una necesidad de individualización. El desarrollo de la humanidad ahora exige servicio y refinamiento colectivo. El camino hacia el despertar ya no es el de la simple trascendencia humana, sino que también implica la transmutación en muchos niveles. Nos lleva a una conciencia global que valora varias individuaciones simultáneas. Hasta ahora, el desarrollo de la conciencia espiritual y la evolución de la materia siguieron caminos paralelos. Ahora bien, la realización del individuo se da en dos niveles: responde por igual a los llamados imperativos de la conciencia ya los de la evolución. El individuo único y diferenciado, y al mismo tiempo debe encarnar el espíritu colectivo de igualdad y fraternidad.



El género define mucho más que la inclinación o función sexual. Establece un camino interior que tiene poco que ver con la preferencia, el comportamiento o la apariencia. La esencia del ser humano no tiene género, es única y, a veces, muy diferente de la personalidad y la apariencia. Las personas que han logrado la realización espiritual, la conciencia de la personalidad y, como resultado, la integración del espíritu con la forma emanan una cualidad que trasciende el género, expresando las cualidades más sublimes.

Al encarnar en la materia, la esencia o espíritu se adapta al modelo de su género. Ofrece una apertura de percepción que nos conduce a un cierto camino de realización que se ajusta a la cultura, época, genealogía y conciencia individual, repitiendo patrones y formas innovadoras que responden a la necesidad evolutiva.

La humanidad actual debe incorporar lo mejor de sí misma como conciencia, dentro de lo mejor de sí misma como modelo humano. Esto significa que cada individuo cumplirá el patrón de un hombre o mujer “interior”.


Características generales del género masculino


(Ver la dinámica de géneros en la Tabla I)

El cuerpo masculino emite fuerzas direccionales estructurales y mentales. Ama, conoce y moldea las formas de la materia. Hace posible la forma y la medida. Esto hace que se muevan con decisión, competitividad y fuerza, física y mentalmente. En el mejor de los casos, acumula y protege el territorio y es un campeón físico de las causas nobles. Es un constructor y un hacedor. En los ejemplos más refinados, no tienes que mover un dedo para ejercer tu autoridad sobre el mundo físico. Para el hombre, la fuerza yin se expresa de manera tranquila y mesurada, a través de su capacidad de mantener el poder, aunque a veces parezca pasivo. En este sentido, es paciente. El conjunto de expresiones físicas naturales del hombre se manifiesta entre extremos de tiranía y debilidad, adquiriendo el debido equilibrio en el “hombre interior”.

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Emocionalmente, y de manera velada, el hombre es vulnerable, cariñoso y soñador. La naturaleza internalizada de tus emociones te hace esquivo. Puedes ser expresivo e impulsivo, pero tu pasión se expresa a través del físico. Su fuerza en este nivel está en el deseo que emite y forma en la materia. El contacto físico y las cosas materiales que expresan tu ternura son mejores que las insinuaciones emocionales.

La mente lineal y el manejo de las leyes físicas tienden a ser las partes más fuertes del hombre. Su palabra es un mandato: él sabe y manda. Como dador de forma en nuestro mundo, es lógico y utilitario, manejando y dirigiendo con propósitos claros. Tu parte yin es abstracta y desapegada, inventiva, analítica y diplomática. En este nivel, la expresión emocional en el hombre común oscila entre las posibilidades de ensimismamiento y fanatismo.


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Espiritualmente, e incluso de integración con tu alma, el género masculino tiende a favorecer la humildad y el silencio. Es un buscador de la verdad cuyo sentido del honor y el idealismo configuran una ética de la vida. También se expresa de manera fraterna y generosa, más en sintonía con el contenido intelectual de su lógica que con la sensibilidad emocional que caracteriza a las mujeres. Es muy evidente en nuestro tiempo, donde la modalidad yin tiende a definir la expresión espiritual, que los hombres manifiestan diferentes actitudes, desde una extrema rigidez de pensamiento hasta una excesiva flexibilidad que los caracteriza como bonachones, sin voluntad.


¿Qué es un hombre “interior”?

El “interior” al que me refiero refleja los preceptos de la conciencia y la materia. La conciencia se apoya en la estructura física para expresarse y canalizar su inteligencia y emanación. Inevitablemente, los filtros de géneros que involucran la percepción determinarán las formas.

Vivimos en un momento crítico. Los géneros se están redefiniendo. Reflejan un creciente malestar, anhelo de libertad y autenticidad que se expresan a través de una intensa impaciencia y vulnerabilidad al mismo tiempo. Nada nos satisface. El cambio que anhelamos es incomprensible, invisible y cualitativo. Comienza con el deseo de recrearse a sí mismo.

El hombre interior – de Zulma Reyo

El planeta responde a la manifestación cada vez más intensa del Principio Femenino. Influye significativamente el género masculino, y en especial el género femenino. En este artículo nos centramos en el nacimiento del hombre del futuro, el Hombre Interior.

Tradicionalmente, el género masculino transmite una forma de fuerza bruta, pensamiento lineal y autoridad, poder absoluto, sistema y orden global. En la transición en la que vivimos, aunque sus impulsos y tareas sean los mismos, la influencia de la conciencia hace que cada vez más hombres desarrollen su lado yin, rompiendo expectativas, sus propias fronteras y barreras de todo tipo.


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Según nuestra definición de particularidades de género, debemos comenzar por definir el género masculino por sus inclinaciones o formas de percibir, deshacer y recrear, comprender, realizar y proyectar, más que por sus intereses, fuerza, apariencia física o comportamiento social. La cualidad sutil de tu afecto cobra más importancia que sus formas de expresión. El hombre interior se distingue principalmente por su proceso de construcción de realidades que por sus creaciones, más por los medios que por el fin.

El Hombre Interior, Su Búsqueda y Su Realización


El género masculino mejora siguiendo metas y pasos definidos mental y físicamente. Ya sea poeta, filósofo, científico, músico o artesano, su camino es sistemático, construido a través de la sensibilidad física y mental. Cuando alcanza las frecuencias evolutivas del corazón, deja de ser un hombre convencional. Su inexplicable anhelo lo lleva a cruzar un abismo existencial similar a la mítica e ilógica búsqueda del Grial. Nunca nada será suficiente y lo que trae consigo es inapropiado y frustrante. Entra en un mundo totalmente desconocido con un idealismo infatigable y sentido del honor. Es hasta la muerte y sabe que nunca volverá a ser el mismo.

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Grandes filósofos han descrito el viaje de la psique masculina. Como una sombra constante, en su interior se repite la máxima socrática: sé que no sé nada. Las terribles ansiedades que se producen aportan madurez y vigor a las etapas posteriores. Se adentra cada vez más en la caverna de Platón para perderse en ella. De repente, aparece la luz del conocimiento, trayendo el eco del enfoque cartesiano: “cogito, ergo sum” – Pienso, luego existo. En ese momento, lo que era el típico racionalismo masculino se transforma en algo más grande que se extiende hasta los límites de la intuición para convertirse en un pilar que permitirá establecer nuevas certezas, conexiones e intuiciones.

El desarrollo de su sensibilidad mental lo convierte gradualmente en un sabio que transmite enseñanzas a través de palabras, símbolos, colores, texturas y tonos, conectando y relacionando las partes tangibles sobre el fondo de lo indefinible. A medida que se eleva el amplio silencio de la No-Mente, reconoce que “el corazón tiene razones que la razón misma no conoce”, como lo hizo Pascal en su tiempo. Sabes, porque sientes a través de la facultad refinada y aguda de la mente.

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La razón masculina perfeccionada e impecable confirmará, casi matemáticamente, lo que el alma intuye. La duda es tu camino. La búsqueda de la claridad, la curiosidad y la necesidad del hombre de explorar y descubrir es implacable. No se detiene hasta que lo intangible se vuelve tangible, y entonces el llamado al servicio de la humanidad le otorga el título de maestro. Gracias a él, la ciencia moderna se acerca cada vez más a la metafísica antigua y comprendemos cada vez más lo que es la experiencia de la verdad.

El hombre interior sabe discriminar, y en su campo es audaz y correcto. Sabe enfocarse en sus ideales y colaborar con los demás, innovando y conservando según la medida formal. Emana autoridad y respeto, confianza y seguridad porque se respeta y confía en sí mismo. Ejerce el liderazgo sin competencia, no por un mérito especial, sino porque se preocupa por la humanidad más que por sí mismo.

Diferencias entre géneros

Las cualidades de los géneros comparten los mismos propósitos evolutivos y espirituales, pero se expresan sutilmente de maneras muy diferentes.

Ambos géneros pueden desarrollar fuerza física, pero la cualidad psicológica del impulso en el hombre se proyecta concretamente como apropiación y necesidad de superación física para sentirse seguro y poderoso. El mismo impulso en la mujer se manifiesta de manera opuesta, ya que atrae en lugar de proyectar para sentirse plena.

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Emocionalmente, la expresión masculina es interna, vulnerable y frágil, tierna y envolvente. Tiene miedo al compromiso emocional, pero mentalmente muestra confianza y orgullo en su dominio de los detalles, el orden y el sistema, en su argumento, estrategia y lógica. Demuestra habilidades extraordinarias para categorizar, definir y medir. Es el rey de la razón, que, en principio, confunde a la mujer que suele desconfiar. Ella es intuitiva y, para él, su lógica parece “irracional”.

Espiritualmente, el hombre conoce la fe y el desapego, la confianza y la entrega con generosidad y ecuanimidad, aunque sea inestable. Su fuerza se sustenta en leyes y palabras, fórmulas y significados que revelan la arquitectura del universo, en abstracciones destinadas a la evolución ya la formulación de teorías. Su apertura espiritual lo lleva a aislarse del mundo para luego expresar y proyectar la iluminación y su inigualable sentido de unidad e integración. Por otro lado, la mujer es la guía visionaria, cuyo liderazgo permea las energías para gestar y expandir la creación condicionando el terreno en el que opera el hombre.

La manifestación del hombre interior, como la de la mujer interior, es infinitamente variable. Cada uno es la expresión diferenciada del prototipo original en un despliegue de creatividad sublime.

potencial real

Nos creemos independientes y únicos y, sin embargo, respondemos ciegamente a modelos, programas y creencias anacrónicos. No reconocemos que las características que encarnamos en el inconsciente son oportunidades y orientaciones que nos ayudan en el proceso de autorrealización y contribuyen a la elevación de la humanidad. El hombre y la mujer interior manifiestan infinitas características que pueden parecer estereotipadas. Sin embargo, encarnan estas características con enorme impacto, con un estilo y una conciencia únicos.

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En las Tablas I y II vemos que las cualidades corresponden a un estado de ser y no a una expresión específica. Esto nos da mucho espacio para la autenticidad y la diferencia, una vez que hemos logrado el manejo de las aptitudes de género, la coherencia con la personalidad y un mejor contacto con la conciencia.

Ningún hombre tiene su parte femenina, pero el equivalente sería su “yin”. Ninguna mujer tiene su parte masculina, pero el equivalente sería su “yang”. Un hombre no puede hacer lo que hace una mujer y viceversa. Las facultades, poderes y virtudes de género se desarrollan de manera independiente. El desarrollo de uno influye en el desarrollo del otro. Apegos y pseudonecesidades fomentadas socialmente durante milenios, como una forma de esclavitud, interfieren negativamente en la aspiración y potencialidad de cada individuo dentro del prototipo universal. Tampoco es una cuestión de competencia o dominación, ni física ni mental en el más burdo estilo masculino, ni emocional y espiritual en la forma femenina de manipulación.

El hombre interior – de Zulma Reyo
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La nota clave ahora es la autosuficiencia y la confianza en el espíritu y las fortalezas internas. Buscamos una sana convivencia de diferencias y expresiones y un desafío inspirador y estimulante. El hombre y la mujer interior son seres libres de neurosis hereditarias. Llegó al mismo lugar que “la mujer interior”, pero por un camino diferente y emanando un aroma cualitativamente diferente. Allí, donde ella emana la plenitud del infinito, él emana el silencio de lo insondable.

Nos queda la inmensa tarea de desidentificarnos de viejas adicciones y programaciones para que se revelen los verdaderos talentos de cada género. Los verdaderos hombres y mujeres del futuro trabajan en sintonía con la naturaleza y las estrellas, y especialmente a través de la voz de la conciencia y la grandeza del espíritu que me habita.

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Traducción: Claudia Avanzi

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