el domador de elefantes

    Esta historia trata sobre un domador de elefantes llamado Sougraha. La narración tiene lugar en la India, en un pequeño dominio llamado Carvasti, más allá del río Ganges. El relato se encuentra en el libro 'Yu-King', escrito por un anciano sacerdote budista.

    Sougraha afirmó ser un experto en el arte de domar elefantes. El Ra, la autoridad local equivalente a un rey, buscó con cierta urgencia un domador, para domar un elefante salvaje de su elección.

    Conociendo la necesidad de Ra, que se llamaba Lauit, Sougraha, que tenía un deseo exagerado de atraer la admiración de los demás, se presentó para el peligroso oficio. Ra, debido a su necesidad, aceptó de inmediato la colaboración del hombre, orgulloso, lleno de vanidades, que se disponía a domar al animal favorito del soberano.



    Sin embargo, esta manera vanidosa suya, luego de ser recibida por Ra, despertó el lado ingenioso en algunos sirvientes, quienes, ante su conducta altiva y arrogante, le hicieron una broma. Se burlaron de su condición de engreído, haciendo que el domador se sintiera indignado.

    el domador de elefantes

    Malhumorado y sin la suficiente serenidad, llevándolo todo a fuego y plancha, el domador pronto contradijo aquellas bromas, tomándolo como una ofensa a su honor. Así que subió las escaleras, lleno de rabia, rabia y rabia, y atacó con violencia, puñetazos y patadas al irónico joven, autor de los chistes.

    Los guardias de palacio, al ver la agresión, intercedieron, arrestaron al domador y lo llevaron ante la presencia de Ra Lauit, el soberano. Mostrando indignación, se volvió hacia el vanidoso domador y le preguntó secamente: “¿A qué se debe este comportamiento tuyo? ¿Qué fue eso? ¿Por qué atacaste a mi sirviente?

    Con voz ahogada, temblorosa, revelando fragilidad, el domador, despojado de su vanidad, trató de suavizar la situación, revelando que, luego de la audiencia con Ra, al bajar las escaleras del palacio, se habría sentido agraviado con una broma. del sirviente.



    Confesó que no pudo contenerse, sintiéndose menospreciado por las bromas del hombre. Herido en su vanidad, reaccionó con extrema violencia y repulsión, dándole una paliza, pero en presencia de Ra, se avergonzó de su acción, tratando de librarse del desaire., echando la culpa al impulso del momento, siendo algo irreflexivo, del que se disculpó por su desliz.

    El señor del pequeño dominio de Carvasti, reflexionando, en tono sereno, le respondió: “Sougraha”, llamó su nombre, “¿cómo, amigo mío, pretendes domar a un elefante salvaje, si ni siquiera puedes contenerlo? ¿la bestia que llevas dentro? ¿la propia?».

    Entonces, le dio una lección de vida: “Primero, aprende a controlar tus impulsos, tu temperamento, tu ira”. Con la cabeza baja, el entrenador escuchó las sabias palabras, y en una decisión irrevocable concluyó: “Retírate, edúcate primero, para que puedas educar después”.



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