¡El carnaval es un asunto serio, gente!

Nuestro carnaval ha terminado.
Nadie escucha cantar canciones.
ya nadie pasa
jugando feliz
y en los corazones
Señorita y cenizas
era lo que quedaba

¿Qué puedes ver en las calles?
Es un pueblo que ni siquiera puedes ver
que ni siquiera sonríe
besos y abrazos
y alejarse
bailando y cantando
Cantigas de amor

Y sin embargo es necesario cantar
Más que nunca es necesario cantar
Hay que cantar y animar a la ciudad



La tristeza que tenemos
Cualquier día terminará
todos sonreirán
la esperanza ha vuelto
es la gente que baila
feliz con la vida
feliz de cantar

¿Por qué hay tantas cosas azules?
Y hay tan grandes promesas de luz
Tanto amor para amar que ni sabemos

¿A quién viviría para ver?
Y toca otros carnavales
con la belleza
De los viejos carnavales
Que marcha tan hermosa
Y la gente cantando
tu rincón de paz
tu rincón de paz

Miércoles de Ceniza Marcha – Vinicius de Morais y Carlos Lyra)

¡No se sorprenda, querido lector, de nuestro amado YO SIN FRONTERAS! El escribano apenas rebusca en el baúl de los recuerdos y saca de él una página sublime de nuestra MPB, al momento de aceptar la sugerencia del editor para la agenda, en la que destacaba la proximidad del Carnaval.

Vinicius de Morais, alias Poetinha, (1913/1980) y su entonces compañero Carlinhos Lyra (1939/) ya habían alcanzado el estatus de referentes del alma musical tejida con notas sublimes cuando compusieron esta “marchinha” (según registran alrededor… marchinha… imagina…): la “Marcha del Miércoles de Ceniza” y, desde entonces, nada ha sido igual en el Carnaval y cada año el ojo melancólico del Miércoles de Ceniza guarda en su retina las alegrías, los delirios, las locuras, los amores, en fin todo lo que sobrevivió al confeti, las serpentinas, la locura y los arrepentimientos tardíos… para ser devuelto con las primeras luces de la noche del viernes anterior al Carnaval del año siguiente. Y los tiempos se vuelven más y más locos, pero el Carnaval sigue siendo el mismo que en los tiempos en que los lanzadores de perfume se usaban para enfriar los pedazos que sobresalían de la barriga que descaradamente mostraban las niñas y su jolgorio.



¿Esa “marchinha”, en la cima recordada por el escriba, habría convertido sus neuronas en bolas de sagú? ¡Nada de eso, usted puede calmarse, querido lector! Dudando sobre qué escribir, he aquí que el escribano de estas líneas echó un vistazo a la mención del Carnaval en el momento exacto en que la radio FM endulzaba el aire en él al soplar las notas y letras del “Miércoles de Ceniza de marzo”. Y el texto sobre el Carnaval se impuso a la voluntad del escribano: es necesario escribir sobre el Carnaval y sus inmensas posibilidades para inmortalizarse en cada poro y pedacito del alma de las personas. 

¡El carnaval es para jugar!

¡El carnaval es un asunto serio, gente!

Para liberarse de las ataduras del furioso atuendo social y laboral, para olvidarse del gogó desafinado y salir cantando canciones sin pies ni cabeza, pero con un contoneo fuerte y embriagador. El carnaval es un momento para jugar aunque sea sin hacer nada, simplemente dejando que los pies se empapen en las mansas aguas de un riachuelo en el sitio o bailando un vals a dos pasos con las aguas de una playa, pero verde, perezosa. Todo es una broma, incluida esa bolsa de palomitas y una serie guardada en la lista de archivo del canal de transmisión, bebiendo lo que pueda y que fluya maravillosamente por su esófago. Bromear es también un retiro espiritual para los que hablan poco y menos comen, escuchan y cantan mucho porque el pajarito que todos llevamos un poco asustado dentro del pecho tiene muchas ganas de jugar y alabar el espíritu de la Vida! 

Y todo es azul, todo es luz, cuando hay espacio para el amor, y jugar también es un acto de amor. Jugando al Carnaval, si la opción es echarse a la calle, sin reloj y con mucha disposición a no recordar las feas caras del patrón y de los que pululan a lo que llaman Congreso Nacional, es dar una nueva oportunidad de reír sin miedo, de bailar sin marcas escénicas y disfrazarse de rana cururú y enredarse con todos los demás personajes de los Blocos, Pierrots, Colombianos…



¿Qué puedo sugerir al paciente lector en estas líneas finales?

Sé que, en ese sentido, me falta sabiduría y me quedo con el miedo a la llamada “corrección política” que tanto asola la expresión natural de las emociones y los sentimientos. Además, hasta me falta una dosis prolija de atrevimiento y se me ocurre la posibilidad de correr tras el trío eléctrico y ponerlo a jambrar: no hace falta ni alcohol etílico para caer en la fiesta más bulliciosa y tener mucho ¡divertida! Pero me permito una especie de consejo, reiterando mi escasa sabiduría al respecto, por tanto, con perdón si me equivoco mucho: lo que quieras hacer en este Carnaval, lo que más te guste y que te haga sentir la inmensa alegría de vivir, porque la vida es corta y hay pocos días de Carnaval! 



Ah… que chulo… ¡Me acordé! ¡Escucha la “marchinha” con Vinicius y Toquinho, magistral, y emocionate como yo!

https://youtu.be/HiHBJFy2Qpg

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