Si hay algo que puede asustar o encandilar a cualquiera es pensar que somos dueños de nuestra propia vida. ¿Te imaginas lo loco que sería si alguien te dijera que la vida, la que has tenido durante un tiempo, puede ser guiada completamente por ti a partir de ahora? ¿Y si además te dijeran que todo lo que ha pasado es fruto de lo que querías para estos días? Sería mágico, sin duda. Ser los únicos responsables y tener un abanico enorme de opciones a nuestro antojo… ¡Parece un sueño! Pero, ¿y si te dijera que así es exactamente como ya sucede?
Sí, eso mismo. Nuestra vida es el resultado de las elecciones que hacemos a diario. Somos los únicos responsables de todo lo que pasa en nuestra vida y sobre todo de lo que no pasa. Por supuesto, el destino existe, pero está trazado por tus acciones a lo largo de los días. Desde las que nos parecen más banales hasta esas decisiones que nos pasamos días dándole vueltas para llegar a una conclusión. Siempre que te preguntes el por qué de los problemas, logros, preguntas, pruebas y logros en tu vida, ten presente que la única respuesta eres tú mismo.
Dicho eso, ¿Alguna vez te has preguntado cuál es el camino de tu vida? Piense en el sentido literal del camino que la comprensión se vuelve más fácil. Imagina qué baldosas, piedras o grava usas para construirlo y de qué manera inclinarás las curvas. Piensa si la vas a decorar con un poco de pintura, con árboles frutales o si prefieres dejar este camino clásico solo con el gris del asfalto y el amarillo de las señales. Todas estas elecciones que hiciste imaginando un camino real reflejan las decisiones que tomas a lo largo de tu vida y que en consecuencia construyen tus logros, resultados e invariablemente algunos problemas.
Cuando tenemos un objetivo definido y estamos enfocados en lograrlo, podemos crear atajos que nos lleven allí rápidamente. Ahora bien, si no sabemos a dónde vamos, es natural que vayamos por un terreno accidentado, sin muchas señales y sin grandes obstáculos.
Ahora que te he contado este secreto, reflexionar sobre ello. Piensa si estás llevando tu vida tan lejos como quieres. Si no, evalúe los cambios necesarios para llegar allí. Ahora ya lo sabes, ¡tú decides!
Texto escrito por Roberta Lopes del Equipo Eu Sem Fronteiras
