cristianismo y vida

    “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Como la vida es un don de Dios, es se expresa con naturalidad como algo de la mayor importancia y que aún deja muchas incógnitas. La Doctrina de los Espíritus nos lleva a profundas reflexiones sobre la razón por la que existimos y el propósito de la vida.

    Como Él es el Señor de todas las cosas, tiene el derecho sobre todo lo que existe, incluida nuestra vida. Veamos lo que se dice en 1 Samuel 2:6: “El Señor Dios es el que quita la vida y el que la da. Es él quien envía a una persona al mundo de los muertos y la trae de allí”. Parece que estamos eternamente ligados a Él y también gobernados por Sus Leyes Soberanas. Por lo tanto, nos corresponde a nosotros cumplirlas para no apartarnos de Él para no incurrir en deudas que serán cargas en el futuro.



    Por Su Misericordia, nos envió a Jesús como modelo y guía en nuestros caminos acumulativos y de ascensión hacia el mundo Celestial. En los mandamientos encontramos la forma de conducirnos, y en Jesús el ejemplo y el sacrificio que ejerció para reflejar el amor y la caridad que debe haber siempre en nuestras prácticas.

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    leolintang de Getty Images / Canva

    Nuestra responsabilidad por la vida requiere que hagamos todo lo posible por cuidar el cuerpo físico, que es el templo del Espíritu, brindándonos las condiciones para transitar por las experiencias y aprendizajes que nos llevarán a la plenitud Espiritual. De ahí la importancia del cuerpo físico para este desempeño esencial para nuestra evolución. La medicina sube grandes peldaños en el campo tecnológico para aliviar el dolor y prolongar la vida.


    De manera opuesta e ilógica, tenemos la apología de la práctica del aborto, que interrumpe un programa de reencarnación con sus pruebas y expiaciones, perjudicando la ascensión del Espíritu inmortal. Vale la pena mencionar la pregunta 880 del Libro de los Espíritus.: “¿Cuál es el primero de todos los derechos naturales del hombre? El de vivir. Por eso nadie tiene derecho de atentar contra la vida de su prójimo, ni de hacer nada que pueda comprometer su existencia corporal”.


    Como cristianos, nunca podemos rehuir el celo por la vida, desde su concepción hasta su último aliento. Es nuestro deber preservarlo en todas sus necesidades y nunca destruirlo.

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    Ningún cristiano debería estar de acuerdo con el aborto, una práctica criminal que choca directamente con los preceptos de amor y caridad legados por Jesús. Los espíritas conocemos las graves consecuencias para quienes la practican. Nuestra injerencia en advertir de todo esto nos aleja de la connivencia por omisión (preservar la vida es reconocer su valor ante Dios).



    Luiz Guimaraes Gomes de Sa
    Obras en el Centro Espírita Caminhando para Jesus

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