cirugía del alma

    El celo que tengamos por el cuerpo es fundamental para que éste, como templo del Espíritu, brinde oportunidades para la adquisición de conocimientos y experiencias existenciales. Sin embargo, observamos en la vida cotidiana que este cuidado es ejercido de manera extravagante e innecesaria por muchos que se aferran a la materia perecedera.

    De hecho, la necesidad se confunde con los excesos, que a menudo conducen a tragedias, como cirugías estéticas que no tienen el éxito esperado. En estos casos prevalece la vanidad, subyugando el sentido común de quienes valoran la pequeñez del cuerpo físico en detrimento de la inmortalidad del Espíritu.



    Los valores que trascienden el cuerpo físico no son debidamente apreciados y esta inmadurez espiritual conducirá inevitablemente al arrepentimiento, que, a su vez, servirá de lección en el futuro de nuevas existencias.

    En el “Livro Trocando Ideias”, del doctor Ricardo Orestes Forni, Editora EVOC, pág.180, hay una cita de Emmanuel: “debemos cuidar el cuerpo como si fuera eterno y el Espíritu como si fuera a desencarnar mañana." Además, el autor agrega: “¿Habéis imaginado alguna vez la urgencia de las “cirugías” del alma ante esta realidad del Mentor”?

    En esta situación, en la que el Espíritu “desencarnaría mañana”, sería motivo para que busquemos extirpar los males que alimentamos en nuestra alma y que recrudecen en el cuerpo físico, trayendo dolor y sufrimiento.

    cirugía del alma
    Marta Dzedyshko / Pexels

    Reflexionando sobre la realidad de que el Espíritu es inmortal, cuidémoslo debidamente, pues continuará en su infinito camino de superación y evolución. En 1 Corintios 15:44, tenemos: “Se siembra un cuerpo animal, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un “cuerpo animal, también hay un cuerpo espiritual”.

    Esta percepción del “mañana” se hace imprescindible y cuanto más acertado sea este celo por el Espíritu, más promisoria será nuestra ascensión al mundo de la regeneración, cuya transición estamos experimentando. Así, la cirugía del cuerpo minimiza el dolor, mientras que la cirugía del alma, que más necesitamos, cura el sufrimiento. Es allí donde descansa la prisión donde reposan las iniquidades que nos turban en nuestras trayectorias existenciales.



    Son las causas que necesitamos extinguir para que dejen de causar efectos. Es en este proceso continuo que estaremos subiendo los peldaños que nos llevarán a la redención para la Gloria del Padre. El esfuerzo realizado por este desiderátum será recompensado cuando superemos todas las vicisitudes que nosotros mismos buscamos.

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    Dice también el citado autor, en la página 181: “En fin, si corregimos con cirugía plástica los problemas del cuerpo que, aun embellecido, camina hacia la muerte, qué bueno sería que usáramos el “bisturí” del Evangelio. para quitar las imperfecciones y recuperar la salud del Espíritu! ¡Con absoluta certeza, nos sentiríamos extremadamente mejor!” (Cuidemos el alma, para que luego no tengamos que ocuparnos del cuerpo enfermo).



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