Querido(a) ex,
Cuando te fuiste, mi habitación estaba hecha un desastre.
Cuando te fuiste, toda mi vida estaba hecha un lío, retorcida y…
Es cierto que no podíamos seguir juntos por más tiempo de todo lo que pasó y se dijo, pero pensé que las cosas no podían ser peores, porque siempre decías,
“en el fondo siempre estaré aquí para levantarte”, y mira qué ironía: no lo estabas.
De hecho, tengo la ligera sospecha de que fuiste tú quien me arrojó contra él. Pero qué golpe bajo, ¿no crees? Aunque, si depende de ti, nunca tiene nada que ver contigo.
Tú eras el santo. El cristal intocable que nunca podría lastimar a una mosca, pero puedo imaginar que tomaste un pedazo de tu cristal y lo pusiste en mi espalda mientras me atabas los cordones de los zapatos All Star.
Quería tu mal. Cuando era más joven, había sido testigo de algunas rupturas y pensé que si un día nuestra historia llegaba a su fin, nunca se compararía con lo que había visto en el pasado de otras personas, después de todo, éramos diferentes.
Pero fue un error, una inocencia en mi forma de pensar.
Cuando saliste de casa, recuerdo que aún mantuve la pose y te di un abrazo seguido de palabras deseándote buena suerte por respeto a los años que vivimos juntos.
Pero a medida que pasaba el tiempo, descubrí tantas cosas sobre él… dolía.
Llegué al punto en que comencé a desearte el mal, y eso solo me destruyó aún más, porque nunca imaginé sentir tanto odio por alguien, especialmente por ti.
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Algo ha cambiado, creo que puede haber sido la maduración, quería verlo.
Empecé a sentir lástima por ti y las próximas víctimas que entrarían en tu vida, mis pensamientos cambiaron y se volvieron para que pudieras convertirte en un mejor ser humano, que tu vida cambiara y encontraras luz en tu camino.
Y, por otro lado, entendí que Dios estaba conmigo. Todas las noches siempre hago mis mantras, rezos u oraciones (usted lector, titule de la forma que le resulte más conveniente y agradable).
"Líbrame de todo mal. Amén."
Estaba allí, eso era todo.
Estemos atentos a las pequeñas señales ya lo que pidamos, porque ninguna verdad será negada.
¡Gratitud!
¡Yo te amo!
¡Lo siento mucho!
¡Estoy agradecido!
