Creo en una persona que pasó por la Tierra, Jesús, y es en él en quien debemos inspirarnos cada día más.
Cuando el Espíritu Santo está vivo y obra dentro de nosotros, tan pronto como hemos cometido un pecado, es decir, cuando hemos sido desobedientes a Dios, pronto se produce el arrepentimiento.
Estos son signos de arrepentimiento: convicción de pecado o reconocimiento de error, profundo quebrantamiento y dolor por el pecado. Puedes estar seguro, si es de corazón, Dios perdonará.
Tenemos que, en primer lugar, admitir nuestro error y no tratar de justificarlo. Otro paso a tomar es estar dispuesto a dar un paso atrás y darte cuenta de que tomaste una decisión equivocada. En tu momento de oración, o tan pronto como te des cuenta y sientas arrepentimiento, debes rendirte a Dios y confesar tu pecado y tener un propósito firme de corregir tu error.
Cuando nos arrepentimos, se lleva a cabo una obra del Espíritu Santo, porque es Él quien nos muestra lo que está bien y lo que está mal, lo que es oscuridad y lo que es luz. Cuando nos arrepentimos y pedimos perdón al Padre, además de ser perdonados, somos limpiados de nuestro pecado y tenemos la oportunidad de empezar de nuevo. Él arrojará esta mala acción nuestra al mar del olvido, porque la misericordia de Dios se renueva cada mañana.