Allan Kardec, el codificador

    Este 3 de octubre de 2021, el distinguido ciudadano lionés Hippolyte Léon Denizard Rivali, quien adoptó el seudónimo de Allan Kardec, habría cumplido 217 años. No cabe duda de que cambió la comprensión de la vida cuando elaboró ​​la Codificación de la Doctrina de los Espíritus.

    Como parte del período de la Ilustración, en el que surgieron en las mentes los sentimientos de las artes, las ciencias y las letras, se destacó, entre otros exponentes de la época, por desentrañar los desafíos de lo considerado sobrenatural.


    Trabajo duro, serio y sumamente competente, se embarcó en lo desconocido y, hoy, la humanidad disfruta conscientemente de aquellos conocimientos y experimentos que confirmaron de una vez por todas la inmortalidad del Espíritu. Para esta tarea se valió de algunas médiums más asiduas, como las hermanas Julie y Caroline Baudin y Ruth Japhet.


    Allan Kardec, el codificador
    Thierry Ehrmann / Flickr

    Acompañado siempre de ilustres y reconocidas figuras de las ciencias por los consecuentes estudios que realizaban, Allan Kardec no dudó en enfrentar el desafío de creencias equivocadas, con ideas contrarias a sus estudios y observaciones.

    Los hechos fueron encadenados y, por su inteligencia y coraje, fueron esclarecidos por la razón, acercándonos la fe razonada, alejando las ilusiones del pasado, donde se huía de la lógica para experimentar la ignorancia.

    Sacando a la luz al Consolador prometido por Jesús, se acreditó como un pionero que probó la comunicación de los Espíritus con los seres encarnados. Con obstinados opositores, tuvo la perseverancia necesaria para llevar a cabo su obra edificante, dejándonos un legado científico, filosófico y religioso que se ha ido consolidando a lo largo del tiempo.

    Con la Doctrina de los Espíritus, la humanidad vio nacer la incuestionable comprensión de la realidad de que somos Espíritus inmortales revestidos de un cuerpo frágil y perecedero, que sobrevivimos más allá de la tumba, reencarnando para nuevas experiencias evolutivas y cumpliendo la Ley del Progreso.



    Allan Kardec, el codificador
    raywoo de Getty Images / Canva / Yo sin fronteras

    En ese momento, resistió valientemente a todos los oponentes poderosos, ya que tenía la verdad como base de su exitosa investigación. Frente a ello, las fuerzas negativas encontraron, por los fenómenos evidenciados, hechos incuestionables, teniendo en la ciencia el apoyo como sustento de sus afirmaciones.

    Deu-se, assim, o cumprimento da promessa do Cristo, segundo João 15:26: “Mas, quando vier o Consolador, que eu da parte do Pai vos hei de enviar, aquele Espírito de verdade, que procede do Pai, ele testificará de mí".

    A su obra sabia y perspicaz se unieron seguidores muy apreciados, como Léon Denis, Wiliamm Crooks, Gabriel Delane, Ernesto Bozzano, Paul Gibier, Alexandre Aksakof, entre muchos otros renombrados ciudadanos de la época que estudiaron y difundieron la Doctrina Consoladora.

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    Aliado a esta obra hercúlea, el 1 de enero de 1858, en París, editó la Revue Spirite, Journal D'Études Psychologiques, hasta el 31 de marzo de 1869, fecha de su muerte, y sus seguidores continuaron en esta labor.



    El hombre encontró la Doctrina de los Espíritus y le reveló su interior.

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