Sin muchas opciones, los responsables de las familias se someten a un trabajo agotador y mantienen a quienes dependen de ellos. “Estoy cansado”, “Necesito descansar” y “Me gustaría irme de vacaciones” son frases que se pronuncian cada vez con más frecuencia, pero que siempre acaban postergándose, siendo pronunciadas únicamente los fines de semana cuando la persona pasa sábado y sábado. Domingo durmiendo. El ocio se sustituye por el descanso y la vida se sigue jugando, pero el agotamiento se va acumulando y la factura se cobrará muy pronto.
Se requiere que los humanos actúen como máquinas, que sean perfectos, que no cometan errores y que no necesiten descansar. Por suerte –o por desgracia– según se mire, no es así; de hecho, está muy lejos de serlo. En algún momento, debemos aplicar el freno de mano porque, de lo contrario, el freno de mano se aplicará en contra de nuestra voluntad. Los ataques de nervios, el estrés, los desmayos, la depresión y otros síntomas son reflejos de que tal vez algo anda mal en nuestras rutinas.
No es fácil tener facturas que pagar y necesitar planificar para dejar de trabajar y ganar menos dinero, gastar con más control o endeudarse más. Como dice un viejo refrán, gastar en nosotros es la única forma de perder dinero y enriquecernos. Cada uno tiene la capacidad de identificar qué tan cerca o lejos está de su propio límite. Si has notado que las cosas no van con normalidad y no puedes viajar o algo más complejo, no dejes de ver amigos y buscar actividades que te saquen de la rutina agotadora.
Los nervios, el estrés y la depresión son consecuencias de los problemas con la mente, por lo que pueden ser adecuadamente tratados, medicados e incluso curados. No ocurre lo mismo con el corazón. Las personas, incluidos los jóvenes, sufren paros cardíacos que a menudo se vuelven fatales, sin posibilidad de tratamiento. Además de llevar una vida sana, preferentemente con una dieta equilibrada y ejercicio físico, el descanso y la relajación también son fundamentales para un “corazón de hierro”.