Mujer es sinónimo de “multiacción”. Casi todas las mujeres son, en su día a día, figuras imprescindibles para que la rutina, no sólo de ella, sino también de su familia, funcione y todo salga bien. El mayor problema es la visibilidad que adquieren estas pequeñas tareas esenciales en la representación de la imagen femenina.
La sociedad tiene una historia de devaluación del trabajo de la mujer, los hombres siempre han sido vistos como los "fabricantes de dinero" y "sustentadores" del hogar. Sin embargo, tal consideración no tiene en cuenta el valor no monetario de las tareas cotidianas.
Además de las diversas tareas realizadas para limpiar, organizar y mantener la casa, las mujeres han desempeñado cada vez más el papel de “padres”. La presencia de ambas figuras para el desarrollo de una familia es sumamente importante para la crianza de los hijos. Lo que se ve es una concentración de esta responsabilidad únicamente en la figura materna, ya que el padre es el “héroe de las finanzas”, donde nuevamente el dinero se antepone a cualquier otro valor, actitud típica de la sociedad moderna.
No se trata sólo del exceso de responsabilidades afectivas que recaían sobre la mujer de la casa, sino de que la ausencia del padre no se notara. El ser varón es continuamente valorado por su trabajo manual, intelectual considerado extremo y entregado y aún se gana el mérito de una buena figura paterna por la preocupación por el futuro de la familia y por las pequeñas demostraciones de afecto.
Tomados por una conciencia capitalista, ni siquiera los hombres notan tal comportamiento y terminan limitándose a relaciones superficiales, distantes y poco influyentes en la vida de sus hijos. Esta posición en la estructura familiar acaba afectando también las relaciones con su pareja, quien se encuentra sobrecargada, desvalorizada y oprimida por ideales de desvalorización existentes en nuestro mundo y sustentadas por la acción masculina.
Sin embargo, es difícil juzgar la figura masculina en sí, es un contexto más amplio. Un entorno social ha sido capaz de desarrollar estos arraigados estigmas que resultan en una división injusta del trabajo y un reconocimiento aún peor.
Corresponde a las parejas reevaluar sus actitudes hacia la familia, para no sobrecargar a ninguna de las partes y hacer más agradable la convivencia.
A todos les gusta ser reconocidos por lo que hacen y merecen atención y valor por sus actitudes, ya sea relacionadas con el dinero o no.
- Escrito por Julia Zayas de Team Me Without Borders.
