Cuando nació la pequeña Caroline y me dijeron que tenía el diagnóstico de "Síndrome de Down", me sorprendió y luego entré en pánico. Fui el primero en recibir la noticia y me quedé anonadado.
¿Cómo procedería a partir de ahí? ¿Cómo darle la noticia a mi esposa? Antes que nada, fui a buscar información del médico, amigos y mucha lectura sobre el tema. Unos días después del nacimiento, mi esposa ya sospechaba que algo andaba mal con el bebé. Para mi sorpresa, mi esposa recibió muy bien la noticia, un poco preocupada por cómo sería la primera atención.
Siempre fuimos muy guiados por médicos y terapeutas. Ya a los 15 días de vida iniciamos un trabajo incesante de mucha fisioterapia, logopedia y otras terapias. A medida que crecía, cambiamos la forma en que la tratábamos. No teníamos ningún tipo de prejuicio, sí teníamos algunas dificultades para encontrar colegios por la forma de tratar, educar y cuidar.
Cada “no” que tenías en alguna búsqueda de algún tratamiento era muy doloroso, se sentía como si tuvieras un hijo con una enfermedad incurable. Pero como todo en la vida pasa, nuestra hija creció feliz y nos mostró todo su potencial, las cosas simples de la vida y que solo necesitamos mucho amor para driblar las adversidades.
Nuestra hija de 31 años es feliz, talentosa, trabaja, hace teatro, danza del vientre y fotografía, todo en su tiempo libre.
Nos llevamos muy bien, ella es muy cariñosa y ve la vida de una manera sencilla, nunca hay problemas –esto, para las personas con Down, es espectacular–, muchas veces vemos dificultades donde no las hay. Hubo dificultades al principio, sí, pero hoy, con la convivencia diaria, puedo decir que nuestra familia no sería la misma sin ella.
Mi mensaje de hoy para un padre que tiene o tendrá un hijo con síndrome de Down es que Dios no arroja a estos ángeles a la Tierra sin un propósito, y estoy muy agradecido de que hayamos sido elegidos..
- Mira el testimonio de otro padre y conmuévete con una hermosa historia
