Prueba

    Prueba

    Hay situaciones en la vida que nos impactan y el calvario es una de ellas. Es algo que nos afecta de un momento a otro y que tenemos que afrontar, porque forma parte de nuestra trayectoria de vida.


    Los juicios pueden venir de forma individual o colectiva. Individualmente cuando le sucede a una sola persona y colectivamente cuando afecta a un grupo, a un país o incluso al mundo, como está sucediendo ahora en medio de la pandemia.

    Pero las pruebas no solo significan cosas desagradables. Puede suceder que algo se nos presente y no sea angustiante. ¿Un ejemplo? Tenemos dificultades económicas y nos ascienden en el trabajo con un buen salario o ganamos una gran suma en la lotería. El dinero que traerá a nuestra vida nos permitirá mejorar, pero al mismo tiempo tendremos una responsabilidad extra, administrar la cantidad frente a otras personas que están pasando por dificultades. Esta importante tarea de gestión es lo que provoca la libertad condicional.



    En estos días nuestro calvario colectivo ha sido bastante angustioso, porque si no bastaba la ansiedad de tratar de sobrevivir a la pandemia, porque la espera para que nos llegaran las vacunas estaba siendo larga, también enfrentamos el aislamiento, la tristeza de separarnos de las personas que amor, ya sea por no poder visitarlos, abrazarlos o por pasar de largo, al fin y al cabo hasta ahora llevamos en España casi 540 mil muertos, pero cada una de estas víctimas representa al menos tres más con angustia y tristeza de separación, concluyendo , pues, quienes lloran el fallecimiento de mucha más gente. Agravado también por el largo camino de recuperación de los enfermos y las secuelas que quedan, agravado aún más por el conocimiento de que muchas vacunas fueron aplicadas con vigencia vencida y otros hermanos fallecieron por falta de oxígeno o esperando una cama especializada.

    Ciertamente, quienes dan lugar a las pruebas que nos toca atravesar, serán responsables por la ley de causa y efecto contenida en los designios del Creador, porque si nos vemos obligados a afrontar las pruebas con resignación, quienes las generan en todas sus modalidades por los que se nos presentan tienen la responsabilidad de la acción.


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    Las pruebas no se pueden dejar atrás, y de nada sirve rebelarse, pues sería lo mismo que ir en contra de lo que el Padre permite que suceda. Somos los conductores de nuestras pruebas debido a las actitudes equivocadas que tomamos en esta vida.



    Solo nos toca a nosotros cumplir y pedir a Dios la fuerza para vencer la carga que se nos viene encima. La fe ante todo.

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