Observar
Cierra los ojos y respira. Siente los reflejos físicos de tu ansiedad, como tensión en los hombros o dolor de cabeza, por ejemplo. Ahora, reflexiona sobre los pensamientos que no quieren salir de tu cabeza y nómbralos: preocupación, miedo, ira, impotencia…
Cuando observas tus pensamientos, eres capaz de elegir lo que quieres creer. Eres capaz de ver que a veces una situación no es tan mala, pero tu mente está produciendo ciertos sentimientos para protegerte. Leyéndolo así, puede parecer que tienes una personalidad dividida, sin embargo todo esto sucede debido a la relación que existe entre tu consciente e inconsciente.
Sea gentil
No todo son rosas. A veces, una situación es realmente grave y todo lo que podemos hacer es aceptarla. Sin embargo, tienes dos formas de aceptar una situación: escuchando al ángel malo decir “todo esto es tu culpa, no sabes cómo hacer nada bien”, o al ángel bueno – que en realidad es el justo – “tú estás muy triste, y está bien sentirse así”, “aunque los demás te juzguen, no debes juzgarte a ti mismo”, “lo que digan los demás es problema de ellos, no tuyo”. La elección es suya, al igual que la elección de optar por su tranquilidad.
refresca tu cabeza
Si es posible, haz algo que te guste, sal a caminar, lee un capítulo de tu libro, mira un capítulo de esa serie que tanto te gusta. Date el derecho a relajarte.
Conoce tu verdadera naturaleza
Dígase a sí mismo: “Se acabó y ahora estoy en paz. Esa es mi verdadera naturaleza”. Puede parecer una tontería, pero viajamos en el tiempo constantemente. Nos sentimos ansiosos imaginando el futuro, reflexionando sobre el pasado, pero nuestra mayor bendición siempre es poder regresar y vivir en el presente.. Gracioso, ya que es la única vez que realmente tenemos algún control.
Al final, esto no es una fórmula mágica. La vida es ingobernable, y el hecho de que no podamos tener control sobre todo nos vuelve impacientes e inseguros, porque eso significa que eventualmente lo que queremos puede no salir como esperamos, y eso obviamente no es agradable. A veces la gente es grosera, a veces actuamos mal sin darnos cuenta, a veces tenemos que afrontar un examen, una presentación, nosotros mismos.
La verdad es que no podemos poner fin a los pensamientos que te ponen ansioso. A menos que provoques una revolución en ti mismo, no puedes evitar que se creen estos pensamientos.
Después de todo, la vida es incontrolable y a los humanos les gusta el control. Sin embargo, a partir del momento en que tengas más control sobre ti mismo, y a partir de ese momento especial pero tan olvidado llamado presente, tu vida seguramente será mucho más tranquila.