En nuestro viaje espiritual por el camino interior, despertamos los ojos del alma a nuestros sentidos, nos damos cuenta de que estamos rodeados de campos de energía que tienen un efecto profundo en nuestras almas.
El ser humano, a su vez, es un sistema integrado; compuesta por alma, cuerpo y mente, revestida de un halo energético, el aura, que filtra, nutre y protege energéticamente el todo integrado.
El aura también aumenta la sensibilidad, como expresar empatía y compasión por la humanidad; como la percepción, la capacidad de percibir y aprender fácilmente a través de los sentidos de la mente.
La sutileza del ser, la agudeza del espíritu, algo casi imperceptible; que a su vez agudiza la intuición, pura y empírica; la capacidad de sentir las cosas, una forma de captar, de percibir, sin pensar, sin usar la mente; a través del sexto sentido, la percepción extrasensorial.
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Por lo tanto, debemos buscar el camino interior, la espiritualidad, que a su vez; no tiene religión, ni credo; sino sentido común, como diría Helena Blavatsky (HPB), y una fe sincera, para creer que a pesar de los desequilibrios existenciales, vendrán días mejores, con el soplo de la transición planetaria, un cambio de conceptos y paradigmas, aunque parezca imposible, pero ya podemos escuchar los golpes en la puerta, como las mesas que se mueven, sin explicación aparente.
Así que, frente al postulado, canalizad la fuerza espiritual, que está dentro de vosotros, la energía vital del ser para vuestros pensamientos, con voluntad, disposición y entusiasmo; beber, embriagarse, con el pozo de la sabiduría. Porque estamos conectados a la misma fuente de energía, el Universo; que interactúa con nuestra alma, nuestro espíritu; a través de fluidos cósmicos, término creado por el magnetizador Franz Mesmer; que afirma la existencia de dos elementos generales en el Universo: espíritu y materia.
Estos elementos se pueden sentir a través de los ojos del alma.
