Bueno, esta reflexión parecía una invitación. Fui allí y lo sacudí, limpié el asiento, probé el manillar y listo, estaba lista para dar un paseo. Desde la pequeña habitación donde estaba hasta la puerta de salida fue un largo viaje. Recordé las motos anteriores, modelos, colores y paseos frustrados. Como dicen, nunca olvidamos lo que es andar en bicicleta. Verdad. Un ajuste por aquí, otro por allá y el equilibrio sobre él pasó sin ningún problema.
El frío viento invernal azotó mi rostro, dejándome una extraña sensación de incomodidad y libertad. Los escalofríos en los brazos provocados por el frío casi me hacen desistir de este paseo que me hablaría mucho. De hecho, todos los tours hablan o hablan de nosotros.
Los paseos helados eran desconcertantes, pero seguí adelante como ningún obstáculo podría conmigo. Error. Mucha arena debajo de la rueda trasera tenía la capacidad de desequilibrar todo el recorrido.
Mantener el control es realmente difícil, especialmente cuando vamos a gran velocidad. Aprendí que es importante hacer un esfuerzo para no caer, así como para levantarse. Me había acostumbrado a caer. El esfuerzo por no caer es de otra naturaleza: uno que persiste a pesar de la adversidad.
Sin avanzar, no habría vuelta a la manzana. No habría sol entre las grietas de los árboles mezclando calor y frío en mis brazos. No habría ruido de trinquete moviendo el coraje. Ni siquiera se vería a los otros ciclistas. No habría tal historia que contar.
A la vuelta, tras pasar el portón para dejar la bici en el cuartito, el trayecto no fue tan largo. Dejarla ahí era dejar los miedos, con la certeza de que tenerlos no es tan malo. Tal vez había olvidado lo mucho que me gustaba montar.
Lo cierto es que sin perseverancia no habría encuentros con otros obstáculos, que fueron “driblados” con más eficacia y control. No habría dinámicas de acelerar, desacelerar, frenar, parar y continuar, demostrando que, al fin y al cabo, todos los encuentros se modulan de esta manera.
Salí a dar un paseo en mi bicicleta polvorienta y terminé pedaleando por los espacios dentro de mí. A veces andar en bicicleta no es solo pedalear. Ni siquiera los montones de arena son solo montones de arena.
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