camino compartido

    ¿Alguna vez te has parado a pensar que aunque creamos que estamos solos, en realidad no lo estamos, nunca lo estamos?

    Hoy elijo escribir sobre los paseos que ofrecemos y el equipaje que decidimos llevar en nuestros viajes. Me refiero aquí al viaje como ese desplazamiento cotidiano por los paisajes más conocidos, el camino ordinario y erróneamente tomado como repetido.

    Nada se repite cuando nos dejamos encantar por la belleza que nos rodea, al reconocer el movimiento siempre presente en nosotros mismos y en aquello y en aquellos con quienes y/o con quienes convivimos.



    camino compartido
    Devraj Bajgain / Pixabay

    Puede que incluso seamos los únicos en recorrer un determinado camino en ese momento, en ese corte de tiempo cronológico, pero todo lo que llevemos en nuestro equipaje interior serán nuestros constantes y seguros compañeros. Es con ellos que compartiremos, comulgaremos nuestra existencia, incluso frente al deseo o incluso la acción de cambiar el paisaje externo en el que estamos insertos.

    Compartimos nuestros itinerarios con nuestros pensamientos, con nuestras emociones, con las voces que establecen diálogos que casi siempre son constantes en nuestra mente, con la forma que elegimos de afrontar este camino, que incluso interferirá con las marcas que nuestras huellas dejarán en él. el suelo cubierto.

    Este equipaje interior, de cuya compañía tal vez no seamos conscientes según estemos presentes o ausentes en nuestra propia vida, puede en ocasiones hacer más arduo o fatigoso el camino o bien ser el combustible que nos anime a seguir caminando confiados y disfrutando de la viaje. .

    camino compartido
    Ketut Subiyanto / Pexels

    Hacer la maleta implica tomar decisiones, preguntarse “¿Qué está pasando? ¿Lo que queda?" y, a partir de ahí, decidir cómo acomodar el equipaje y, en ocasiones, darse cuenta de que una vez iniciado el viaje, puede ser que ese equipaje deba ser revisado y repensado.



    Me gusta llamarlo el camino de peregrinación. Ese desplazamiento que me permite reconocer y sentir el presente sagrado en la travesía misma, no como destino a alcanzar. Esta imagen me ayuda a disfrutar cada paso, a estar atento y disponible si hay necesidad de cambiar de ruta e incluso tomar un descanso.

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    Este camino compartido es parte de una elección consciente sobre con quién y con qué queremos compartir nuestras experiencias, incluso si aparentemente estamos solos en un determinado viaje.


    ¡Hagamos buenas elecciones!

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